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Ramón Hermida Domínguez | Catedrático y director del Laboratorio de Bioingeniería y Cronobiología de la Universidad de Vigo

“Nuestra vocación es mejorar de forma directa y rápida la calidad asistencial”

El responsable de la red Hygia, que ha beneficiado a 25.000 gallegos, ingresará en el Instituto Americano de Ingeniería Médica y Biológica

Ramón Hermida. | // MARTA G. BREA

El catedrático e investigador del centro atlanTTic ingresará a finales de este mes en el Instituto Americano de Ingeniería Médica y Biológica (AIMBE), una organización que integra a los líderes de este campo, un selecto 2% de la comunidad internacional entre los que se encuentran varios Nobel y ganadores de medallas presidenciales. Solo logran acceder al exigente y triple proceso de revisión los candidatos propuestos por los miembros, que después deben respaldar de forma mayoritaria a los nuevos fellows. La investidura, que este año será virtual, implica asumir la tarea de aplicar la innovación en beneficio de la humanidad. Una misión que siempre ha guiado a Hermida.

–¿Qué supone este importante reconocimiento?

–Es un grupo que tiene mucha relación con el Congreso de EE UU, de hecho, el acto de nombramiento se celebra habitualmente en su biblioteca y se aprovecha para celebrar reuniones con congresistas. Tiene características adicionales a las de una sociedad científica porque también desarrolla acciones de tipo social buscando la mejora de la salud mediante nuevos métodos de prevención, diagnóstico y tratamiento. La relación es estrecha con el Gobierno de EE UU y trata de extender esa acción social al resto del mundo. El nombramiento reconoce como hito más relevante de nuestra trayectoria la determinación de la presión arterial durante el sueño como marcador de riesgo cardiovascular. Es un reconocimiento científico muy importante y además conlleva una responsabilidad social que a mí personalmente es lo que más me gusta.

–La red Hygia fue pionera hace 15 años reuniendo a investigadores de la UVigo y médicos del Sergas.

–El reconocimiento de AIMBE recae en un nombre, pero es para todo el colectivo. En nuestro grupo de la Universidad llevamos trabajando más de 30 años y el respaldo que hemos tenido desde 2007 de una cantidad inmensa de profesionales del Sergas ha sido fundamental en el éxito de Hygia. Han dedicado horas y horas de su tiempo personal a su desarrollo.

–¿Se traducirá su nombramiento en nuevos contactos y proyectos con el Sergas y la UVigo?

–Los hay ya. Nos permite estar más en contacto con grupos e instituciones de prestigio para extender a nivel internacional las líneas de investigación que se desarrollan en Galicia. Les da mayor extensión y la posibilidad de estudiar grupos poblacionales de riesgo de otras etnias, por ejemplo, pero manteniendo las ideas que surgen aquí. Uno de los pilares fundamentales de la red ha sido nuestra vocación clara de mejorar la calidad asistencial, sobre todo, en Atención Primaria, de forma directa y rápia, lo antes posible. Y en el Sergas ya ha habido cambios en la práctica clínica. Por otro lado, otro de los objetivos prioritarios ha sido el programa de capacitación y formación continua en coordinación con las gerencias para implementar la monitorización ambulatoria como prueba diagnóstica. Somos 300 investigadores y 25.000 pacientes. La red ha puesto su grano de arena para mejorar la calidad de vida y la salud de la gente de esta comunidad.

–Y todo ello durante años de grandes recortes en financiación.

–La clave no es la financiación pública porque proyectos como éste no suelen financiarse en España, donde tradicionalmente la inversión en ciencia es poca. La red se ha nutrido fundamentalmente del trabajo de los profesionales de Atención Primaria fuera de su horario laboral. Están desbordados por el número de pacientes y sobrecargarlos con pruebas, revisiones y seguimientos hubiese sido insalvable. La mayoría lo ha hecho en su tiempo libre. Tienen una dedicación extraordinaria y sus pacientes saben quiénes son. Extender la red a más centros implicaría una decisión del Sergas. Pero también hay que decir que una red como ésta en otro país sería inviable porque la monitorización ambulatoria no está incorporada al mismo nivel y porque no existe un sistema de seguridad social como el nuestro. Todo es mejorable, pero el Sergas ha facilitado su puesta en marcha.

–La pandemia ha evidenciado la necesidad de investigar para salvaguardar la salud. ¿Es optimista de cara a que esta mayor conciencia social marque un punto de inflexión y el Gobierno apueste por la ciencia?

–No.

–Es rotundo.

–La relación directa de la inversión en investigación y el desarrollo de un país y, en el ámbito sanitario, con la mejora de la calidad de vida de sus habitantes, es un hecho contrastado e indudable, además de lógico. A pesar de esto, en España va claramente a la baja, ni siquiera se estabiliza. Las prioridades presupuestarias son otras. Sin hablar de los jóvenes investigadores, cuya salida básicamente es buscarse la vida en otros países que al final se nutren de la formación y las mentes españolas. No soy optimista. Sin embargo, la pandemia nos ha traído otras cosas.

–¿Por ejemplo?

–La importancia de la telemedicina y el telediagnóstico, que ya era uno los aspectos que estábamos intentando impulsar dentro de Hygia. La monitorización ambulatoria se puede evaluar de forma electrónica, lo que facilita el seguimiento de pacientes hipertensos desde el domicilio o desde un ayuntamiento, por ejemplo, en el caso de personas que no tengan medios informáticos. Y no solo trabajamos aquí, tenemos una colaboración muy intensa con Portugal para desarrollar un proyecto parecido a Hygia para implantar la monitorización ambulatoria y la teleconsulta.

–¿Dan por cerrada la injusta polémica en torno a sus resultados una vez que las críticas de varios miembros de la Sociedad Europea de Hipertensión han demostrado ser infundadas?

–Totalmente. Desafortunadamente, la mayoría estaban basadas en opiniones personales y, a veces, en conflictos personales. Nuestros resultados son rotundos e incontestables. La presión arterial durante el sueño es el marcador independiente más importante de riesgo cardiovascular. Sin menospreciar al COVID, la hipertensión es una pandemia histórica que afecta a la mitad de la población adulta. Y si los procedimientos clásicos no han conseguido reducirla es que algo no funciona. Seguir defendiendo que el diagnóstico se tiene que hacer con la medida clínica significa estar anclado en el siglo pasado.

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