Paso de gigante en el caso Déborah. La titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Tui acaba de autorizar la exhumación del cuerpo de Déborah, cuyos restos mortales descansan desde 2002 en un nicho en el panteón familiar del cementerio vigués de Pereiró. Esta diligencia clave, solicitada por los abogados de la familia, podría arrojar nuevas pistas al caso de cara a su resolución. Se llevará a cabo el próximo 18 de mayo. Los propios forenses del Imelga de Vigo informaron a la jueza de la idoneidad de realizarla pese al tiempo transcurrido desde la muerte de la víctima, un total de 19 años, debido a los avances en las técnicas que se emplean para el examen de los cadáveres.

"Se pretende hallar restos de agresión que hubiesen podido pasar desapercibidos en la autopsia"

La familia de Déborah informó en nota de prensa de la autorización de la exhumación en un auto judicial con fecha de este 4 de mayo. En su comunicado recuerdan que uno de los objetivos es buscar restos de ADN bajo las uñas de la joven, “pues de modo sorprendente en su momento no se tomaron muestras para su análisis”. “Igualmente se pretende hallar restos de agresión que hubiesen podido pasar desapercibidos en la autopsia y analizar cuantos vestigios sean de interés científico, antropológico o criminalístico”, afirman.

La familia de la joven recibe esta noticia con la “esperanza” de que “se pueda cerrar el círculo sobre la persona que intervino” en su muerte “y las personas que pudieron ayudarle a esconder y manipular el cuerpo”. Peritos de una empresa especializada también están analizando el disco duro del ordenador de la víctima.

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Desde que se reabrió judicialmente el caso a finales de 2019 el juzgado tomó declaración a testigos y efectuó otras diligencias, pero sin duda la exhumación es la prueba más importante acordada hasta el momento. Tras barajarla durante meses y solicitar informes sobre la idoneidad de llevarla a cabo, la familia pidió formalmente a la magistrada en febrero que se autorizase. Lo hizo tras entregar asimismo en el juzgado un informe pericial realizado por un prestigioso criminólogo y forense que concluye que Déborah no murió por causas naturales, sino que la causa de su fallecimiento fue violenta, concretamente por asfixia por sofocación.