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Domingo Villar Escritor

“En estos tiempos de abrazos guardados es necesario celebrar la alegría y la amistad”

Domingo Villar, ayer, en el MARCO. Ricardo Grobas

“Mis cuentos tienen el hilván común de Galicia, su magia, el mar y los viajes”

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El escritor vigués presentó ayer en el MARCO su último libro, “Algunos cuentos completos”, en el que recoge las personales narraciones escritas y leídas para sus amigos a lo largo de los años. El acto consistió en una charla con el artista Carlos Baonza, que ilustra la obra con sus linograbados, moderada por la doctora en Historia del Arte Ana Pereira. También asistieron los responsables de Galaxia y Siruela, Francisco Castro y Ofelia Grande, que han editado el libro en gallego y castellano. Para disfrute de los asistentes, Villar leyó dos cuentos, Don Andrés o Guapo, en gallego, y Eliška y la luna, en castellano, mientras se proyectaban las obras de Baonza.

–¿Habría visto la luz este libro sin la pandemia?

–Yo creo que no. Son cuentos que pretendía mantener como parte de mi intimidad. Los escribí para mis amigos, como muchos otros a lo largo de estos años, para ser leídos en voz alta. Y, pese a la insistencia de mis editores y el interés de los lectores que me oían contarlos en algunos encuentros, me resistía. Prefería mantenerlos como narraciones orales. Lo que pasa es que en estos tiempos en los que los abrazos nos los hemos tenido que guardar, los besos nos los hemos tragado y las reuniones se han quedado limitadas a unos pocos, me parecía que era necesario publicarlos porque simbolizan y celebran la alegría y la amistad. Carlos Baonza es muy amigo y en algunas ocasiones me había invitado a leer en salas donde él exponía. Y allí, siempre para grupos de amigos y pequeños, hacíamos una suerte de cine mudo donde yo leía mis cuentos, Carlos pintaba o proyectaba sus obras y otro amigo, Sami, tocaba el piano.

–Son cuentos escritos a lo largo de los últimos 15 años, ¿los ha retocado para la publicación?

–Sí, a alguno le he dado una vuelta importante porque la narración oral tiene unos códigos distintos. Por ejemplo, hay una serie de encadenamientos que si se mantenían como literatura resultaba más pobre y he tenido que modificarlos. Pero los seguiré leyendo como eran antes y no como están escritos en el libro.

–La ciudad de Vigo quizá no es tan visible en estos cuentos como en las novelas de Leo Caldas, pero sí está presente el mar, las leyendas y la magia.

–Son historias que tienen el hilván común de Galicia, su magia, el mar y los viajes. En general, son historias de gallegos que decidieron o se vieron obligados a abandonar su tierra o de gente que por alguna razón dio con sus huesos en Galicia. Hay un muchacho que se marcha de Tui y se embarca en Vigo en el Alfonso XIII rumbo a Nueva York en los años 40 y el viaje le cambia la vida. También encontramos sirenas en la costa de Lugo, espiritistas en O Grove, niñas que van al cine en Santiago de Compostela, una bailarina checa que acaba viviendo en Finisterre... En fin, Galicia está por todo lados. No es una novela eminentemente viguesa como lo son las que tienen a Caldas como protagonista, pero el universo no es tan distinto. Es fundamentalmente Galicia y el mar.

Domingo Villar, ayer, en el MARCO.

Domingo Villar, ayer, en el MARCO. RICARDO GROBAS

–Con esta obra sigue la estela de grandes contadores de cuentos gallegos como Álvaro Cunqueiro o Julio Camba.

–Camba decía que los gallegos teníamos tres cosas que nos unían, que son las sardinas, la emigración y los cuentos. Es cierto que he leído a Manuel Rivas, Casares, Cunqueiro, Castelao, Xavier Alcalá, Camba, Torrente Ballester... Hay una panoplia de cuentistas maravillosos extensísima. Y mi aspiración es simplemente celebrar la vida y la amistad, más que cualquier otra ambición.

–¿Se animará a publicar más libros de cuentos tras este estreno?

–No creo. Voy a seguir escribiéndolos, por supuesto, pero espero que el futuro no nos depare más pandemias y que los cuentos puedan seguir siendo narraciones orales y que nos podamos dar abrazos y besos. Carlos Baonza es un gran artista y amigo maravilloso y decidió que ilustraría el libro con linograbados. Ha pasado meses hendiendo la gubia en el linóleo y entintando las láminas para después prensarlas y sacar cada una de las ilustraciones. Para mí no ha tenido el componente de parto de las novelas porque la mayoría de cuentos ya estaban escritos y solamente uno, El comodoro Ledesma, que cierra el libro y es un poco más extenso que los otros, fue escrito cuando ya habíamos decidido que publicaríamos el libro.. En cambio, ha sido delicioso asistir al frenesí creativo de Carlos Baonza. Ha ilustrado el libro de una forma que permite que mis cuentos crezcan muchísimo. Hasta el punto de que ya no sé si él ilustra mis cuentos o son mis cuentos los que subrayan sus ilustraciones.

“A Caldas lo tengo trabajando; han aparecido unos restos humanos en una gruta”

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–Se trata de una obra única desde esta perspectiva y más aún porque podría ser la última vez que publique sus cuentos.

–El libro como cosa tiene valor intrínseco, incluso para alguien que no supiera leer. Los editores han hecho un libro enormemente hermoso. De hecho, tengo dos voces susurrándome. Una quiere que el libro se lea y que pase de mano en mano y a la otra le da miedo que se estropeen las ilustraciones, porque son una maravilla y muchas de ellas podrían estar en un museo. Estoy muy contento y un poco sorprendido porque en Siruela ya se ha reeditado la obra y en gallego parece que ha tenido una aceptación estupenda. Uno siempre tiene miedo cuando publica un libro, sobre todo, cuando es algo tan distinto a lo que mis lectores puedan esperar.

–¿Cuándo volveremos a encontrarnos con el inspector Leo Caldas?

–Bueno, lo tengo trabajando porque han aparecido unos restos humanos en una gruta frente al mar. Y está tratando de esclarecer cómo llegaron hasta allí. Digamos que tenemos un asunto entre manos, Caldas y yo, y no sé exactamente cuándo estará terminado porque mi compromiso nunca es tener un libro en un plazo determinado sino un libro del que yo esté satisfecho. Pero espero no demorarme tantísimo como con el libro pasado. 

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