Los desbocados precios de alquiler y compra disparan los pisos sin inquilinos en Vigo

Viviendas que llevan meses en el mercado no se consiguen colocar por los elevados importes que se exigen | Las más accesibles a la venta necesitan reforma casi integral

Una pareja ve anuncios de pisos en una inmobiliaria de la ciudad.

Una pareja ve anuncios de pisos en una inmobiliaria de la ciudad. / Marta G. Brea

El mercado inmobiliario de Vigo hace tiempo que se ha vuelto completamente loco. Los precios empiezan a llegar a cifras que las personas que están buscando una vivienda no se pueden permitir. Eso está provocando que se hayan disparado los pisos y casas que están en alquiler o a la venta y que no tienen inquilinos o compradores porque nadie está dispuesto a hacer semejante esfuerzo económico. Es decir, hay muchas viviendas vacías porque los propietarios y las inmobiliarias no consiguen colocarlos. Las casuísticas son muchas. Por ejemplo, inquilinos cuyo contrato de arrendamiento ha alquilado y se les aplica una subida que no son capaces de asumir, con incrementos de más del 40% en el alquiler. Tras irse, los caseros están teniendo serias dificultades para conseguir a personas que asuman sus exigencias económicas.

No cambia demasiado la cosa en los inmuebles que están en compra-venta. Son muchos a los que les gustaría adquirir una vivienda en Vigo pero no se lo pueden permitir. El motivo: los pisos y casas que están disponibles a un precio más o menos razonable, por ejemplo unos 140.000 euros, necesitan prácticamente todos ellos una reforma integral, por lo que al final los compradores tendrían que abonar más de 200.000.

“Vigo es ahora mismo una auténtica selva. Las inmobiliarias pelean para conseguir vender las pocas viviendas que hay a la venta y además, sin contar los de obra nueva, muchos de los inmuebles están en un estado lamentable y necesitan un lavado de cara completo”, explicaba hace unos días a un potencial comprador una trabajadora de una inmobiliaria viguesa. Ese comprador precisamente estaba buscando un apartamento en la ciudad pero, al no poder permitírselo, está ya planteándose el cambio a municipios cercanos, como Redondela o Porriño, donde las viviendas están a precios muchos menores.

“Un buen piso que por ejemplo en Chapela cuesta 130.000 euros, en Vigo superaría los 200.000 pese a que hay muy poca distancia”, explica esa comercial inmobiliaria de una promotora ubicada en el Casco Vello de Vigo. Es decir, son muchos los que quieren vivir en Vigo pero no pueden, teniendo que buscar una alternativa en los municipios del entorno.

Un ejemplo de la situación de locura de precios actual es por ejemplo un piso en el entorno de Camelias. Cuesta 300.000 euros, no tiene muebles en el salón y presenta claro síntomas de necesitar un reforma: al menos, un cambio de suelo y una nueva mano de pintura.

Habrá que ver si los propietarios apuestan por rebajar algo los precios para evitar que sus pisos queden vacíos. De momento, no lo han hecho. Es más, a la hora de negociar una posible venta de una vivienda, la posibilidad de rebajarlo es mínima, pocas veces más de 10.000 euros. Y en los alquileres, todavía mucho menos: un piso que se ofrece por ochocientos euros al mes es muy raro que un inquilino lo consiga por menos. Y hay que recordar además que la oferta de viviendas en arrendamiento en la ciudad está en mínimos históricos, únicamente hay ahora mismo unos 380 en el mercado.

El tamaño, clave en el precio

La característica que más influye en el precio del alquiler son los metros cuadrados útiles del piso. Los más baratos precisamente son los estudios, que no tienen dormitorio y solo el baño cuenta con espacio propio. De apenas cuarenta metros, muchos solo de treinta, todavía se puede encontrar alguno por unos 600, aproximadamente. Las viviendas con tres habitaciones y una superficie superior a 100 m2 superan por regla general los 1.100 euros.

Y ya no hay inmuebles disponibles en alquiler en la ciudad olívica que se oferten por menos de cuatrocientos euros al mes, algo impensable hace unos años. Es decir, no hay ningún piso que suponga únicamente el 30% de la nómina de alguien que por ejemplo cobre el salario mínimo, que ya prefiere buscar directamente una habitación en apartamento compartido, cuyo precio no obstante empieza ya también a dispararse.

Una de las principales razones de la falta de oferta actual es que muchos propietarios deciden pasar sus pisos al alquiler vacacional. Y es que pueden sacar un beneficio mucho mayor en el mercado turístico que en el tradicional, y además están sujetos a una menor regulación.

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