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María Oruña Novelista

“Mi mejor libro siempre tiene que ser el siguiente”

“Repetir un sistema que te ha funcionado, en literatura es engañar al lector”, afirma la viguesa que presenta su última novela negra

La escritora viguesa María Oruña Ricardo Pérez

La presidenta del Real Club de Tenis de Santander, una de las mujeres más poderosas de la ciudad, aparece muerta en el camarote de una goleta que surca las bahía al anochecer con unos pocos invitados. Este es el inicio de “Lo que la marea esconde” (Destino), la nueva novela negra de la escritora viguesa de origen cántabro María Oruña, que continúa así con la saga de crímenes que investiga la guardia civil Valentina Redondo -y ya van cuatro títulos-. Oruña, que protagoniza un fenómeno con más trescientos mil lectores de sus anteriores obras, se enfrenta ahora al reto de presentar un misterio de habitación cerrada presentando una historia coherente y creíble y ofreciendo un viaje sin trampas al lector.  

Después de su incursión en un relato histórico, no exento de intriga, con “El bosque de los cuatro vientos”, vuelve a la saga de novela negra iniciada con “Puerto Escondido”, ¿es el regreso a su zona de confort?

– En absoluto, para mí no es ninguna zona de confort porque cada libro es diferente y un reto. De hecho, cada novela de la saga está escrita con un registro distinto, hay un patrón común que es la investigadora protagonista y los personajes satélites, pero se tratan temáticas diversas : en una trato de fantasmas, en otra de arqueólogos, aquí nos vamos a un misterio de habitación cerrada y trato la temática del tenis. Son diferentes palos en los que me tengo que poner muy al día para que no se note que me he tenido que documentar.

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– ¿En qué aspectos ha tenido que realizar una investigar más profunda?

– Sobre todo en el tema forense para que todo esté muy atado, en aspectos históricos, y en cómo funciona la Guardia Civil. Llevó su tiempo ver qué procedimiento habría utilizado para delimitar que ese camarote donde se produce el crimen estuviese realmente compacto, cerrado y sin trampillas ni entradas ocultas. Empecé la novela con la solución del final en mente, así que resolver el misterio imposible, curiosamente, era lo más fácil. Lo difícil fue documentar temas históricos, de ecología, de apuestas, aspectos relacionados con los posibles asesinos, que tienen motivos dispares por los que matar a la víctima.

– Dicen que es su obra más ambiciosa.

– Creo que la siguiente también va a ser la más ambiciosa. Siempre el mejor trabajo tiene que ser el siguiente, hay que buscar subir un escalón más y si no eres capaz, al menos haberlo intentado. Repetir un sistema que ha funcionado está bien a nivel empresarial, pero en literatura es engañar al lector.

– Acude a los clásicos del género, como Agatha Christie, a los que alude en el epígrafe de cada capítulo, ¿es un tributo a sus maestros?

– Es más bien un guiño que realizo en cada novela de la saga. Antes de cada capítulo incluyo una cita de un autor que escribió un misterio de habitación cerrada, que es además una pista para el lector al que planteo así un juego. Recurro a autores tan dispares como Edgar Allan Poe, Arthur Conan Doyle, Gaston Leroux, Bruce Montgomery o Agatha Christie, por supuesto. No las soluciones de todos me convences: uno saca una culebra, otro un orangután. Son cosas ingeniosas que resuelven la trama, pero yo quería algo más racional, coherente y creíble. Ese es el reto, que el lector al terminar no sienta que le he hecho una trampa.

– ¿Qué dificultades se encontró ante el reto de sumergirse en un misterio de crimen en habitación cerrada?

– Sobre todo la coherencia, pero al tener la solución de partida lo difícil fue construir personajes que fueran de piel, reales y con motivaciones de diferente entidad y peso para querer ver muerta a esa persona. La víctima es tan odiosa según se va viendo en la novela a través de lo que piensan de ella los personajes, que aquí entramos en lo que yo llamo la idiosincrasia del crimen, que plantea hasta qué punto somos responsables de lo que sucede a nuestro alrededor, incluso en los crímenes, a veces por omisión. ¿Por qué Judith era como era? O era quizás una máscara, un acto defensivo antes de que la atacaran en la sociedad que hemos creado. ¿Por qué el asesino o asesina llega a esa situación? ¿No había nadie a su alrededor que se hubiera dado cuenta o hubiera intentado ayudar? ¿Hasta qué punto los demás somos responsables?. Eso se va viendo a través de los personajes, de sus luces y sus sombras.

– Su protagonista, Valentina Redondo, aparece en una nueva faceta de su vida, marcada por el enfrentamiento a una adversidad. ¿Cómo es su relación con ella después de tres novelas y que tiene cada una de la otra?

– La sitúo ante la pérdida de un ser querido, algo que sabemos que de forma ineludible nos va a pasar a todos en la vida. En esa situación de amargura extrema, en la que te sabes rota por dentro, ¿qué puedes hacer:¿alejarte de los demás para no intoxicarlos con esa oscuridad que portas?, ¿intentar abrazar ese dolor que te pertenece y seguir caminando?, Es algo que intento mostrar a través de cómo reaccionan los personajes para que luego el lector elija con qué reflexión se queda. Respecto a mi relación con Valentina, no soy como ella: no tengo trastornos obsesivo compulsivos ni soy tan lista, pero sí decidida y trabajo duro. Hay una parcela en la que es frágil; yo también soy consciente de ser diminuta e insignificante, un soplo de aire en el viento.

– Hace seis años publicaba su primera novela con Destino y confesaba encontrarse como en un sueño, ¿cómo se siente ahora?

– Aún no soy consciente de la que he montado. Me sorprende que ese mundo que creo a solas en mi despacho suscite tanto interés -aunque sé que lo siguen miles de personas, es como ajeno a mí- y que la gente se dé codazos en cuanto me ve. Me giró diciendo: ¿dónde está la famosa?

"Antes era una abogada que escribía, ahora ya no ejerzo; puedo decir que soy escritora, aunque me ha costado porque me daba vergüenza"

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A escritora viguesa María Oruña.

– ¿Qué queda de esa María Oruña que comenzó autoeditándose?

– Sigo siendo la misma, no he cambiado de casa y llevo mi vida de antes. Quizás he evolucionado a nivel técnico y literario. Inexplicablemente para mí, soy superdecidida: sigo todos mis pálpitos sin directrices de lo que voy a escribir. Envío a la editorial el libro cuando lo he acabado, con un chulería que no sé de dónde saco y la seguridad de que es una buena historia.

– Al principio de su carrera literaria se la calificaba como una abogada que escribía. ¿Ahora es una escritora que estudió Derecho?

– Lo has definido muy bien. Dejé la abogacía hace un par de años porque no podía compaginar las dos cosas. Ahora puedo decir que soy escritora. Me costó, al principio me daba vergüenza. Lo veía como algo de gente muy lista.

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