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La alegría de la corredora de fondo

La artista norteamericana Alison Bechdel verbaliza y dibuja una realidad cotidiana que apenas percibimos: nuestros recuerdos son creados a partir de referencias cruzadas

Portada de "El secreto de la fuerza sobrehumana" de Alison Bechdel

Reconozco que, para un consumado especialista en sillón-ball como un servidor, el anuncio de un cómic sobre la obsesión por el fitness puede no tener el atractivo suficiente como para alentar a la lectura. Sin embargo, el hecho de que sea firmado por Alison Bechdel consigue al menos despertar cierta curiosidad: la autora americana ha demostrado ya un excelente pulso para la narración cotidiana en obras como Unas lesbianas de cuidado, pero sobre todo una especial habilidad para el relato íntimo de su vida, como plasmó en obras tan reconocidas como Fun Home o ¿Eres mi madre?, referentes suficientemente valiosos como para darle una oportunidad a El secreto de la fuerza sobrehumana (Reservoir Books, traducción de Rocío de la Maya). ¡Y la decisión no puede ser más acertada!

Recordemos que Bechdel tiene una forma muy particular de acercarse al relato autobiográfico, tejiéndolo con el contexto sociopolítico e histórico que sirve de escenario y, sobre todo, uniéndolo indisolublemente a la cultura como combustible de su evolución personal. Si en la magistral Fun Home pone a punto esta técnica para reflexionar sobre su identidad sexual desde la relación con su padre, en su nueva obra la perfecciona hasta conseguir que fluya con una facilidad pasmosa. Samuel Taylor Coleridge, Margaret Fuller o Jack Kerouak desfilarán por su vida con la misma naturalidad que habla de sus miedos infantiles, de sus primeros amores o de la relación con su pareja actual (la artista Holly Rae Taylor, que es además la encargada del color de la obra, rompiendo una tradición de blanco y negro con excelentes resultados), mientras hechos históricos como la muerte de Kennedy o el 11-S se entremezclan con el último hito de running conseguido o el esquí de fondo. Lo que en otras manos podría sonar como una pose esnobista, en Bechdel nace con una naturalidad inesperada, estableciendo una tupida red de relaciones entre la historia, cultura y vida, hasta hacerlas completamente indisolubles. En el fondo, Bechdel verbaliza y dibuja una realidad cotidiana que apenas percibimos: nuestros recuerdos son creados a partir de referencias cruzadas. Recordamos un libro o una película porque lo asociamos a un momento de nuestra vida, memorizamos a la perfección ese hecho histórico que unimos firmemente a una vivencia personal. Y la autora lleva su vida a las viñetas a partir de esa premisa, para aprovechar esa base para una arriesgada apuesta más: transmitirnos sus dudas e inquietudes vitales más personales. Bechdel comparte con todo ser humano las preguntas trascendentales que han acompañado a la humanidad desde sus inicios, que nacen en nuestra vida con la lógica aplastante del paso del tiempo. Al repasar su vida, la autora entabla un diálogo silente con la persona que está leyendo, planteando esas cuestiones con la complicidad de quien sabe que ha pasado por las mismas dudas. La trascendencia que nace ligada a la creencia religiosa adquiere una entidad de pregunta sin respuesta cuando se experimenta la experiencia de la muerte próxima: la muerte primero de su padre y después de su madre, a los que había dedicado sus dos libros anteriores, forma parte inevitable de su evolución como persona y de la búsqueda de respuestas que sabe imposibles. Pero al compartir el camino de esa búsqueda, encuentra con los lectores y lectoras una catarsis personal con la que es difícil no empatizar. Despojada de la responsabilidad que la atenazaba y frenaba en ¿Eres mi madre?, sin más compromiso que consigo misma, Bechdel despliega su talento narrativo con seguridad, apelando al humor a través de sus obsesiones con la forma física para balancear la severidad de una trascendencia inasible con la ligereza de una cotidianeidad cercana, tal y como pasa en la vida real: que lo irrelevante y gracioso está a la vuelta de la esquina de lo grave y serio, formando dos caras de la misma moneda.

Viñetas de “El secreto de la fuerza sobrehumana”

El resultado no puede ser más fructífero: una lectura necesaria y muy recomendable. Y que encima anima a hacer ejercicio, ¿qué más se puede pedir?

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