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85 anos da Escola Elemental de Pesca de Cangas (II)

Felipe Carnicer López naceu en Aragón e cando chegou a Cangas non puido permanecer impasible ante as difíciles condicións coas que os mariñeiros se facían ao mar

Alumnos e mestres da Escola Elemental de Pesca na visita a un submarino na dársena de Cangas (ano 1933). //

Na súa nota introdutoria, o mesmo autor da recensión confesaba a súa ignorancia sobre este personaxe oriundo de Orera, unha pequena poboación perto de Calatayud (Zaragoza) admirándose de que un home de "secano" crease unha escola de pesca. Algunhas notas e comentarios, xurdidos arredor da recuperación desta entrevista, tamén mostraban a sua sorpresa, emitindo comentarios sobre como era posible que non se soubese alí disto, que se era outro máis dos "olvidos" de Aragón ou o máis chamativo, que se a iniciativa de Carnicer durara tan pouco que a escola fora "flor de un día" e que durara tan pouco que non chegou a "calar" en Galicia.

Mais, que errados andaban estes aragoneses, pois é ben sabido en Galicia que a figura de Felipe Carnicer e o seu traballo como mestre en diferentes pósitos e Escolas de Orientación Pesqueira, amén doutras experiencias pedagóxicas e editoras, foron recollidos en numerosos libros e traballos galegos que honran e louvan a sua contribución pedagóxica ao noso país.

Como sexa, o caso é que esta entrevista que reproducimos integra e orixinal en castelán, se ben non nos aporta novos datos, é unha excelente credencial deste mestre e que desmente as opinións anteriores, pois xa no seu tempo mereceu a atención do xornal máis importante de Aragón na sua época, ainda que non cita ao autor da mesma nen a data concreta.

O artigo-entrevista en El Heraldo de Aragón

Texto Henos aquí, frente por frente a este forjador de inteligencias que es don Felipe Carnicer López. Un hombre modesto, mate en su aspecto exterior, pero despierto y lleno de inquietudes espirituales. Un maestro nacido en estas tierras de Aragón, en un pueblecito cercano a Calatayud. De tierra adentro, por consiguiente. Pero que se asomó al mar, a la inmensa ventana del océano Atlántico, y quedó para siempre prendido en el encanto de aquellas aguas.

Don Felipe Carnicer López terminó sus estudios y, cuando apenas había comenzado a ejercer, sintióse embrujado por los atractivos de una mujercita que se le había cruzado en su camino? Él mismo nos lo explica en la habitación de la fonda donde se hospeda durante su breve estancia en Zaragoza:

"Al padre de mi novia le trasladaron a Galicia y naturalmente? tras ella fui yo. Luego me casé, y ya afinqué definitivamente en aquella hermosa tierra".

Primeramente se instaló en Vivero. En la escuelita de Vivero, donde fundó una biblioteca popular circulante, que mereció los más encendidos elogios de Luis Bello, inspector de enseñanza; en aquellos artículos de peregrinación pedagógica que publicaba en 'El Sol'. Luego se trasladó a Ortigueira, donde creó una granja de experimentación agrícola. Y por último pasó a Cangas, el pintoresco lugar que sirve de frontera a la hermosa ría de Vigo.

En Cangas de Morrazo no hay más que marineros, gentes que viven exclusivamente por y para el mar. El maestro Carnicer dióse bien pronto cuenta de cuál era su misión pedagógica para lo porvenir entre aquellos horizontes y entre aquellas almas. Y, consciente de su misión, se impuso el enorme sacrificio, aprovechando las vacaciones de un verano, de aprobar los cursillos de orientación marítima que acababa de establecer el ministerio de Instrucción Pública.

No era, pues, un visionario, sino un hombre aferrado a la realidad que se preparaba para mejor cumplir sus deberes. Todo un maestro?

Don Felipe Carnicer ya estaba en posesión de conocimientos que podrían ser útiles a todos aquellos niños que asistían a su escuela. A todos aquellos aprendices de marineros. Y, claro está, convivió en los afanes y las esperanzas de los naturales del país. Además, Cangas de Morrazo apenas si tiene paisaje de tierra. Toda la personalidad de Cangas está definida por su pequeño coágulo urbano atracado al magnífico mar de la ría viguesa. Es como si fuera un barco más. Y el paisaje natural de un barco es el mar? Dicho está con esto que don Felipe Carnicer López sintió nacer en su destino una fuerte vocación de maestro de marineros. Quedó fraguado en su ánimo el deseo de contribuir a la prosperidad del pueblecito, a la ilustración de sus vecinos con algo más que las enseñanzas de su escuela.

"Yo no puedo nunca estar ocioso -nos dice-. Mi inquietud me lleva a crear siempre alguna empresa y a poner en ella mi mejor entusiasmo".

Y este entusiasmo, unido al encanto del 'paisaje del barco', en que iba desenvolviendo sus días, dio a nuestro hombre la pauta de una hermosa labor a realizar. El anticipo de la idea lo expuso el señor Carnicer López en un artículo aparecido en el periódico "Galicia Marítima", órgano de la Federación de Pósitos Marítimos y Pescadores de Galicia. En aquellas columnas daba a conocer el maestro aragonés su proyecto de crear una Escuela Elemental de Pesca.

¿Por qué?? ¿Para qué?? Es curioso oírselo explicar a él mismo.

"Mire usted -dice-. Hasta ahora solamente los marineros y pescadores que viven en puertos de importancia encontraban facilidades para seguir los estudios necesarios a las profesiones de patrón de pesca, fogonero habilitado y motorista. Pero hay otra razón más poderosa todavía que abona el por qué de mi idea. En Galicia, la mayor parte de los armadores de pequeñas embarcaciones son pobres? Ellos mismos tienen que hacer de tripulantes. Y han de pagar los sueldos de un patrón para la embarcación y de un fogonero o de un maquinista, cuando muy bien podían ellos mismos ocupar uno de esos cargos. Pero aquí está la dificultad. ¿Dónde adquirir esas pobres gentes tales conocimientos?? El considerar esto es lo que me impulsó a crear la Escuela Elemental de Pesca en Cangas".

La idea fue acogida con el mayor entusiasmo por el Ayuntamiento de aquel pueblecito costero. Realmente merecía la empresa el apoyo municipal. ¡Ahí era nada! ¡Una Escuela de Pescadores, fraguada con el único y tenaz esfuerzo de un maestro nacional!

¿Qué enseñanzas habían allí de darse?

"Mi pensamiento fue éste -continúa explicándonos el maestro aragonés-. Establecer clases de navegación (cartografía, marcaciones, reglamento de luces, maniobras y meteorología) a cargo de un capitán de la Marina Mercante. Clases de enseñanzas relativas a máquinas y calderas, por un maquinista naval. Algunas nociones de Higiene (lo relacionado con heridas, quemaduras, pinchazos de peces, vendajes y respiración artificial), a cargo naturalmente, de un médico. Preparación de los alumnos que estén próximos a ingresar en la Armada, por un contramaestre. Manejo de embarcaciones y artes de su construcción y reparación, además de toda clase de trabajos manuales relacionados con las prácticas marineras. Todas estas enseñanzas bajo la dirección de un patrón de pesca. Y a mi cargo, como maestro de orientación marítima, las enseñanzas generales, estudios de Pesquerías y Oceanografía? Se trata en síntesis de algo complejo que puede llegar a transformar por completo las pobres vidas de esos seres que salen todos los días a luchar con el más poderoso elemento? y que la mayor parte de las veces, no saben si van a volver a su modesto hogar o van a desaparecer en los embates de una galerna?"

Es muy interesante todo lo que nos cuenta este hombre. Este hombre que apenas si había visto el mar en alguna escapada veraniega durante sus tiempos de estudiante a las playas del Norte.

"Sobre todo -interrumpe nuestras meditaciones este maestro ejemplar- lo que más me decidió a ejecutar mi obra fue el considerar el expolio de que eran objeto los pobres pescadores por parte de los intermediarios en la cotización de la pesca. No tiene usted idea de nada más espantoso. Ver cómo llegan a veces al puerto las barcas, atiborradas de pescados. Y cómo en la lonja de contratación se desprecia aquella mercancía que tantas fatigas costó adquirir, porque así conviene a los que trafican en el negocio. ¡Da pena, una inmensa pena contemplar el gesto de aquella gente! De aquellos pobres pescadores que van mostrando las cestas colmadas de plateadas escamas, de fábrica en fábrica de conservas, ofreciendo el pescado a cualquier precio, a como lo quieran pagar. Para, al final de una jornada estéril, tener que volver a arrojar el pescado al mar? Todo por falta de preparación, por falta de solidarización?y más que nada por la ignorancia que, como una pesada cadena, tira de aquellas inteligencias infantiles?".

Felipe Carnicer continúa explicándose. "Luego -sigue diciéndonos Carnicer López- la dura lucha a bordo. Lucha doble, contra el embate de las olas y contra la falta de conocimientos técnicos, que podrían impedir muchas veces verdaderas catástrofes. Porque la mitad de las desgracias que ocurren en el mar, más que a nada son debidas a la impericia de quienes se lanzan a sortear sus escollos con frágiles embarcaciones, faltos de toda preparación técnica? Todo ello me hizo reflexionar y me hizo acometer esta empresa. Esta obra que todavía pienso completarla con otras. Con unas prácticas a bordo complementarias, con una exposición permanente de pesca? con otras muchas cosas para las que cuento con la ayuda de los diputados gallegos. Tengo fe en mi obra y cariño a ella. Lo demás ya irá viniendo poco a poco".

*Mestre e investigador

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