La asociación ambiental Adiantum traerá este fin de semana a Cangas una iniciativa de concienciación para evitar que las colillas de tabaco acaben en el mar. Bajo el lema de "A la ría ¡ni una colilla!" voluntarios de la asociación tienen previsto repartir unos 500 ceniceros portátiles entre usuarios de las playas de Rodeira y Menduíña.

Este proyecto es uno de los 80 seleccionados a nivel nacional para luchar contra la denominada como "basuraleza" . El sábado se colocará un puesto informativo en Rodeira y el domingo en Menduíña, donde educadores ambientales intentarán explicar a los bañistas los perjuicios que causa al medio ambiente el abandono de las colillas y repartirán ceniceros portátiles.

Desde la asociación subrayan que la toxicidad de estos restos amenaza la calidad del agua y d ela tierra, al tiempo que numerosas especies pueden acabar envenenadas. "Hay diversos estudios que demuestran que el efecto contaminante de las colillas puede perdurar entre siete y doce años en la naturaleza", apuntan. Estos restos de tabaco contienen sustancias como cadmio, arsénico, alquitrán o tolueno, que al entrar en contacto con el agua "tienen efectos devastadores en la naturaleza, provocando que se altere el ciclo ecológico de algunas especies". Una sola colilla puede llegar a contaminar entre ocho y diez litros de agua salada y hasta 50 litros si se trata de agua dulce, advierten.

La asociación gallega, creada en 2013, propone como posibles soluciones la concienciación y educación ambiental de los usuarios de las playas, el empleo de ceniceros en espacios públicos o el fomento del uso de ceniceros portátiles como los que se entregarán el sábado y el domingo en dos de las playas canguesas más representativas. "Los ciudadanos deben comprender las consecuencias de un gesto tan cotidiano como incívico", defienden desde Adiantum, que recuerdan que arrojar colillas mal apagadas o lanzarlas desde un coche es un gesto que puede provocar un incendio en momentos de altas temperaturas y escasez de lluvias como el actual.