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El párroco de Domaio denuncia un “impuesto revolucionario”

Un momento de la reunión convocada por la comisión de fiestas de Domaio con los vecinos en el club de jubilados. | // SANTOS ÁLVAREZ

El párroco de Domaio, Ángel Tabarés, sale al paso de la polémica desatada en la parroquia con la comisión de fiestas por la retirada de los donativos de las fiestas en las Capillas de San Benito y San Lourenzo que ayer provocó una reunión muy concurrida de vecinos, en la que la directiva, que preside Julio Silva; y vicepreside Luis Regueira, explicaron la situación y el malestar.

El párroco de Domaio, en una imagen de archivo. Santos Álvarez

"El párroco de hace treinta años, que era amigo mío, pese a la diferencia de edad, me dijo literalmente que le amenazaron con tirarle al mar"

Ángel Tabarés - Párroco de Domaio

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El párroco califica la situación de “chantaje” del presidente y de parte de la directiva de la comisión. Señala que hace treinta años el actual presidente pedía “al buen sacerdote que administraba la parroquia que le diera la mitad del dinero que recaudaban los santos”. Añade que el párroco se negó, ya que la administración de los bienes de la iglesia y de las capillas, se les confía por parte de la iglesia diocesana, únicamente a los sacerdotes. Señala que esta persona movilizó a algunos amigos en contra del párroco, de modo que comenzaron “amenazas y actos vandálicos contra el hombre de Dios, hasta el punto de hacer peligrar su salud. Este sacerdote que era amigo mío -aunque había diferencia de edad- me dijo literalmente que le habían amenazado con tirarle al mar”. Aclara que en vista de las presiones de estas personas “ninguna de as cuales colabora en nuestra iglesia de Domaio”, un superior en la escala jerárquica lo puso todo en manos de los que amenazaban con engullirse al párroco, aunque era hombre de gran peso”.

Lo que quiere decir el párroco Ángel Tabarés es que la manera de sacar el dinero de los santos consistió en un: o me das el dinero de los santos, o vamos a por tí”. El hecho más evidente de que esta cesión fue bajo violencia, “es la situación presente, en la cual el párroco se niega a pagar el impuesto revolucionario, y como consecuencia de ello, se le trata de presionar hasta que se les ceda este botín”.

Dice que “la honestidad es un valor más grande que organizar una fiesta a cualquier precio” y que no se hace un servicio a la colectividad “saquenado por la fuerza a una iglesia pobre, como la de Domaio, la cual está empeñada hace varios años en el pago de la reparación de su tejado”.

Reprocha que nunca se le haya invitado ni escuchado en las reuniones de grupos e vecinos ni de otras entidades de Domaio: “Como representante de la iglesia de este pueblo, no me extraña que se pongan de acuerdo en que la iglesia humilde de Domaio cargue con los gastos de las fiestas, juntamente con la aportaciones individuales de los vecinos, sin que eso suponga ningún gasto para otros colectivos de nuestro pueblo”.

En cuanto a la reacción del presidente y parte de los miembros de la comisión de fiestas ante su negativa a que sigan administrando el dinero de las capillas, que el párroco califica de “chantaje”, decidió acudir a la Vicaría Episcopal de Pontevedra en donde le recordaron que el sacerdote es el administrador de la iglesia y capillas y aclara que él nunca mencionó una carta del Arzobispado de Santiago.

Lamenta que las desavenencias entre una persona concreta y su comisión con él, lo quieran convertir en un problema de todo un pueblo: “En nuestra querida parroquia trabajamos con ilusión por el bien de todos y estoy seguro de que cuando se respeta de verdad lo ajeno, todos salimos ganando”.

En cuanto a la reunión que convocó ayer la comisión de fiestas de Domaio con los vecinos en el club de jubilados para exponer la situación, miembros de la directiva explican que salvo dos personas, incondicionales del párroco, el resto de vecinos no está de acuerdo en que se retire a la comisión la administración de estas capillas, cuyas recaudaciones en las fiestas ayudaban a sufragar las fiestas y el mantenimiento de los templos. Se quedó en dejar pasar las fiestas, pero convocar una asamblea abierta un domingo en el atrio de la iglesia para ver que vecinos realmente colaboran “porque no nos vamos a hacer los valientes para seguir peleando”.

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