Antonio Banderas y María Casado, conductores de la gala. | // M.Á.C./EFE

José Coronado, en la alfombra roja. | // EFE

Ángela Molina, Goya de Honor 2021. | // E.P.

El cineasta Bernabé Rico, nominado a la mejor dirección novel por “El inconveniente” puso ayer una alfombra roja en el salón de su casa. Es un gesto define a la perfección los Goya de la pandemia, una velada “online” sorprendente, singular y única. Muy rara. En 35 años de historia, la más insólita. Una gala elgante, sobria, ágil y técnicamente impecable en la que los 166 nominados (el 41% eran mujeres) conectaban desde su casa o desde hoteles con el teatro Soho CaixaBank de Málaga. Actrices, actores, cineastas, guionistas, músicos y técnicos huyeron de los pijamas y los modelitos homewear, imprescindibles desde marzo de 2020, para vestirse de etiqueta y meterse en Zoom. Surrealista. Pero después de un año de pandemia, a los ciudadanos ya pocas cosas nos parecen anormales. Por suerte gozamos de un órgano que es un número uno de la adaptación: el cerebro.

En 2017 a Antonio Banderas le falló otro órgano, el corazón. Decidió parar un tiempo y volver a su casa, Málaga. Viéndole ayer surfear la gala con tanto temple parece mentira que tenga un infarto entre pecho y espalda.

Después de confesar entre risas que se había peleado con una camisa que no terminaba de quedarle bien, el multifacético actor salió al escenario y quiso lanzar un alegato a favor de una industria cultural que fue un chorro de aire fresco en el confinamiento de hace un año.

El cine acompaña y emociona, como también recordó el actor Antonio de la Torre, que, cosa rara, este año no estaba nominado sino que formaba parte del equipo de 40 entregadores de cabezones. Entre ellos estaba la enfermera Ana María Ruiz, la responsable de organizar una biblioteca en mitad del hospital levantado en el parque ferial de Madrid. Fue un bonito homenaje al esfuerzo médico en la guerra sin cuartel contra el coronavirus. De hecho, la velada comenzó con unos segundos de silencio en memoria a las víctimas de la pandemia.

En una elegante puesta en escena en la que se huyó de toda frivolidad (emocionante versión de “Un núvol blanc”, de Llach, para el in memoriam), Banderas explicó que el cine no solo está formando por estrellas sino por carpinteros, conductores, electricistas y propietarios de salas que hoy sufren la pesadilla de verlas vacías. Profesionales que no pisan alfombras rojas, pero que son imprescindibles.

“Aquí estamos, dando media cara por el cine español porque solo se nos ven los ojos”, bromeó una estrella como José Coronado desde los pasillos del teatro malagueño, donde la alfombra roja fue bastante más multitudinaria de lo que se esperaba. Tanto que el médico Alberto García Salido vaticinó en Twitter “un posible cameo del COVID”. Los que no aparecieron por el paseíllo rojo fueron dos grandes nombres propios del cine, Penélope Cruz y Pedro Almódovar. El director y la actriz entraron en escena acompañados por Paz Vega, Juan Antonio Bayona y Aejandro Amenábar para entregar los premios más técnicos.

Mamparas. Mascarillas (salvo la transparente de la actriz Najwa Nimri todas eran homologadas). Gel hidrolacohólico. Conexiones “online”. Alfombra roja física y virtual. Sonidistas en casas de los candidatos… “Tenemos un pequeño pifostio, pero estamos estupendamente. Es un maravilloso caos. Todo saldrá bien. Y si no, improvisaremos, que es lo que mejor sabemos hacer en este país”, sonreía Javier Cámara desde su casa, horas antes de que comenzara la gala. Rodeado de los dos Goya que ha obtenido en su carrera y dos gigantescos osos de peluche de sus hijos, el protagonista de “Sentimental” posó para los espectadores en el salón de su casa como si estuviera en la alfombra roja. Lo mismo la actriz Patricia López Arnaiz, elegantísima en una casa rural de Burgos junto con el equipo de “Ane”. O Iciar Bollain, en un apartamento alquilado en San Sebastián, donde rueda su nuevo trabajo.

Si la estupenda película “Host” nos demostró en Sitges cómo el cine de terror se adapta a los tiempos de Zoom, los Goya corroboraron que el cine español también se acoplan a todo. Su corazón ha sufrido un infarto, la pandemia, pero sigue latiendo.