Tiene casi cuatro kilómetros y medio y sus vistas son espectaculares. La Ruta das Cetarias, impulsada por la Cofradía de Pescadores Santa Tecla, camina al lado del Atlántico para mostrar las antiguas construcciones en piedra en las que se almacenaba el marisco –especialmente langosta y lubrigante– para su posterior venta, que suponían el sustento de varias familias y también un desafío constante con el mar de esta villa pontevedresa de Excelencia Turística.

La ruta puede empezarse tanto desde la senda litoral, donde está la cetárea de A Grelo, como por el camino que parte de la playa de Area Grande, que conduce a los viveros de A Redonda y Altiña. Cuatro kilómetros de baja dificultad, llanos y al lado del mar que muestran un importante patrimonio marinero que tiene en la cetárea de A Redonda su testimonio más antiguo. Construida sobre roca a finales del siglo XIX, por sus gruesos muros se adentraba el mar para mantener vivas las distintas especies de marisco, lo mismo que en Altiña, levantada en 1902 y en activo hasta 1977. Era el vivero de acceso más difícil, ya que pocas veces quedaba al descubierto con la marea. El trayecto hacia el norte continúa por O Portiño y A Grelo en un recorrido que atraviesa el litoral atlántico guardés. En cada una de las cetáreas existen mesas interpretativas con completa información –también en Braille– y fotos que muestran el esfuerzo del trabajo en el mar.

Cómo llegar  Por la N-550 desde Tui y  por la C-550 desde  Baiona.  

TEXTO: Tere Gradín