Nico Rodríguez, de calidez desarmante, aún el niño que chapoteaba en la ría a la vez que el héroe olímpico, invita a adivinar el peso de su medalla de bronce y advierte: “Ya la he mordido y no sabe bien”. Ayer estuvo en la sede de la Federación Gallega de Vela (“tu casa”, constató el presidente, Manuel Villaverde). Hoy será homenajeado en el Náutico. En la Xunta lo recibirán el viernes. Actos que agradece: “Es una gozada compartir esto con todos”.

La punta del iceberg

Xammar y Rodríguez figuran en el palmarés. “Somos la cabeza visible de un equipo”, matiza. Nico enumera: dos entrenadores, un preparador físico y una psicóloga, Patricia Díaz-Tendero: “Patri nos ha ayudado a ser mejores profesionales y mejores personas, a dejarnos la piel, disfrutar y no darnos nunca por vencidos”.

La delegación española

La delegación de vela construyó un espíritu grupal. Nico confiesa: “He llorado en estos días más que nunca en mi vida”. Lloró, por ejemplo, por la frustración de Echegoyen y Iago López, a quienes se les escaparon las medallas. “Se nos ha puesto la piel de gallina. Nos dolió un mundo por ellos”. En compensación, el triunfo se paladeó en comunión: “Los he visto disfrutar mucho con mi medalla. La han sentido como suya”.

Nico Rodríguez, con Manuel Villaverde, Viviana García y Bruno Gago. Marta G. Brea

Glorias gallegas

Con los piragüistas Portela y Arévalo protagoniza un documental de inminente lanzamiento. A Arévalo lo vio competir en K-4. “Que el deporte gallego esté involucrado en el 40 por ciento de las medallas a nivel nacional es indescriptible. La nota es de sobresaliente”.

Tercer medallista vigués

Nico se une al reducido grupo de medallistas olímpicos vigueses, que incluye a Moncho Gil (fútbol, Amberes 1920) y Begoña Fernández (balonmano, Londres 2012). “Nunca lo piensas. Mola”, admite. “Mi sensación es que mis resultados generaban sentimientos en mucha gente. Vigo es mi casa, donde he crecido. Me gustaría aportar en el fomento del deporte, del mundo náutico. Es duro, se sacrifican cosas, hay mucho trabajo detrás, pero la satisfacción es tan grande... Si puedo ayudar a que alguien, en los próximos cincuenta años, sienta lo que siento yo, será la hostia”.

La experiencia olímpica

“Todo es diferente”, dice sobre los Juegos: “La cara de la gente, las miradas, el ambiente... Eres consciente de que hay gente que no lo va a hacer bien, que no te da los buenos días, que no habla. Otra mucha es normal. Se mascan muchas cosas. Muchos se han focalizado en ese trabajo, en ese día. Nosotros intentamos ser nosotros mismos, pero aislándonos de lo mediático”. Jordi Xammar y él cambiaron sus teléfonos. “Nos habíamos ganado esa presión, pero no queríamos que nos afectara”. En competición, de hecho, “las cosas pesan más. Tienes más miedo al error. Nuestro nivel de rendimiento ha sido inferior que en otras competiciones, pero también el de nuestros rivales. El único que mantuvo su nivel fue el australiano (a la postre campeón). Me saco el sombrero”.

Cambio de clase

La Federación Internacional de Vela vuelve a cambiar el programa de modalidades de cara a los Juegos de París. El 4.70 masculino desaparece (se contempla el mixto). Rodríguez y Xammar deberían mudarse al 49er o explorar otras opciones. “Ahora asumimos que el 4 de agosto fue el último día del 4.70 masculino como tal. Para nosotros es una derrota como equipo”, sostiene el vigués. Con la retirada de competidores veteranos, a la pareja española se le abría un periodo de posible dominio. “Mathew Beltcher nos consideraba un rival directo y en la primera prueba vino a nosotros en la salida. Es un orgullo. Hemos llegado a pelear de tú a tú, a mirarle a los ojos. Él no iba a seguir; el equipo sueco y el equipo americano, tampoco. Mucha gente con mucha experiencia tenía ganas de que esto acabase. Para un equipo joven, con margen de mejora, es una pena. Se podía haber defendido de mejor manera, pero son temas políticos, que desconozco. No llego a entenderlo”.

La medalla de bronce de Nico Rodríguez. Marta G. Brea

El futuro

“No tengo ni idea”, dice de sus próximos pasos. “Llevaba cinco años sabiendo que mi vida se acababa el 4 de agosto. Me había planteando al cien por cien este objetivo. Era mi sueño y lo realicé. Es un bronce que me supo a gloria al pasar la línea de llegada. En septiembre empezaré a pensar”. Respecto a la sociedad que ha formado con Xammar, comenta: “El vínculo que se ha generado entre Jordi y yo no desaparecerá nunca. Es algo muy especial. Llevas cinco años rompiéndote el culo con esa persona, sufriendo, peleándote… Nunca nos peleamos de manera negativa sino para seguir autoexigiéndonos. Jordi será parte de mi familia toda la vida. Yo seré parte de la suya. Lo sé, no hace falta que nadie me lo digo, ya lo siento. Seguro que nos seguiremos liando en algún proyecto en el futuro. Surgirán cosas. Ya veremos el qué”. Así que de París 2024 asegura: “No me obsesiona nada... hasta el 1 de septiembre. Lo único que me apetece ahora es salir de aquí, ir con mi hermano, dar un paseo, tomarme una caña y ver a mi padre”.