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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

La Pediatría de ayer a hoy

La Pediatría “moderna”, en sentido estricto y como peculiar especialidad médica, surgió hace poco más de un siglo. En estos cien años largos, su escribidor de ustedes la ha ejercido y ejerce durante más de la mitad ese tiempo, en concreto, durante 56 años. Tan larga experiencia y la oportunidad del análisis del viejo Catecismo de Puericultura (1933) de Bosch Marín me dan pie y disculpa para repasar algunos aspectos generales de su historia, principios básicos y perspectivas, sin otra pretensión que su divulgación y el repaso de su propia evolución comparativa. En cualquier caso, he de advertir que la historia de la Pediatría tiene sus inicios en los tiempos remotos, tal como aparece reflejado en diferentes documentos y en antiguas civilizaciones; sin embargo, no es sino hasta el siglo XIX cuando, con la aparición de los primeros hospitales para niños, se consagra como saber emancipado. El primer libro español sobre medicina infantil lo escribió Jacobo Díaz de Toledo en 1538, bajo el título de Opusculum de morbis puerorum. No obstante, fue Jerónimo Soriano (nacido en Teruel hacia 1560), el autor del que se considera primer tratado de Pediatría en lengua española: Methodo y orden de curar las enfermedades de los niños, publicado en Zaragoza en el año 1560. Ya antes, Soriano había fundado, con sus propios recursos, el primer hospital dedicado a asistir a los niños enfermos en un entorno diferente a los adultos. Como prócer generoso y por su lucha contra la hechicería y por su humanidad en el trato de sus pacientes fue conocido entre sus paisanos como “san” Jerónimo. La influencia del tratado de Soriano en España, Europa y América duró al menos dos siglos, ya que hasta 1721 se hicieron ediciones ampliadas.

Es de destacar que el tratado aporta su propia experiencia e incluye ideas y conceptos personales revolucionarias para su época, al tiempo que recomienda el uso de los métodos curativos menos agresivos para los niños. Es mi intención comentarlo un día en uno de estos artículos dominicales. Guardo en nuestra biblioteca familiar de Boimorto un ejemplar de la edición realizada en 1929 por la Real Academia Nacional de Medicina. No sería hasta 1802 cuando en París se creó el primer hospital de niños del mundo occidental, el Hôpital des enfants Malades, al que seguirían el de Berlín (1830) y San Petersburgo (1834). Recojo la mayoría de los datos de una publicación propia: La pediatría en Ourense, de ayer a hoy. Los pioneros. Retazos de la Pediatría Gallega. Cuadernos de historia de la Pediatría Española. AEP. 2017: núm. 13: 22-31.

Visión general y ourensana

El desarrollo de la pediatría española se produjo en varias etapas bien diferenciadas por Sánchez Granjel. A su vez, se desplegó en varias dimensiones superpuestas —universitarias, asistenciales filantrópicas, públicas y privadas, de protección social, asociativas y de divulgación—, analizadas por varios autores, entre los que podemos citar a mi maestro, Peña Guitián, a López Piñeiro y Brines Solanes, a Zafra Anta y García Nieto. Cuatro fueron estos períodos de la pediatría española: 1) Nacimiento como especialidad (1886-1914), 2) Génesis del desenvolvimiento de la especialidad (1914-1936), 3) Consolidación de la pediatría (1936-años 60) y 4) Desarrollo de la pediatría integral y sus especialidades (1960-1970 hasta la actualidad). El inicio de estos ciclos fue muy variable en nuestro país. Más precoz en las grandes ciudades y donde existían instituciones académico-universitarias, y más tardía en provincias, como es el caso de Ourense, en la que se sumaban dos circunstancias desfavorables. Por una parte estaba su situación económica, cultural y social deprimida. Por otra, los elevados índices de dispersión y ruralidad de su población, que vivía en villas y aldeas, con pésimas comunicaciones, carentes de las mínimas condiciones higiénico-sanitarias y en las que la asistencia pediátrica estaba confiada exclusivamente a los médicos generales. A cada una de estas etapas de la pediatría española correspondió una generación de pediatras. La constitución definitiva de la Pediatría en España tuvo lugar en 1886, año en el que, por real decreto de 16 de septiembre, se le confirió categoría de saber especializado, se creó en Madrid la primera cátedra de Enfermedades de la Infancia y, con ella, una clínica de niños. Las condiciones de la clínica eran tan precarias que uno de sus médicos, José de Letamendi (1828-1897), la calificó de “mazmorra”. Él mismo se encargaría de mejorarla. A esta primera cátedra universitaria se unirían, entre 1887 y 1888, las de Santiago, Barcelona, Valencia, Granada y Sevilla. La labor de estas cátedras fue eficaz y en ellas se instituyeron centros asistenciales pediátricos. El primer establecimiento hospitalario fue el Hospital del Niño Jesús de Madrid y los consultorios iniciales fueron los llamados “de Niños de Pecho” o “Gotas de Leche”. Los médicos que trabajaron en estas instituciones germinales fueron los pediatras de la primera generación. La segunda etapa de la Pediatría española contemporánea, denominada de “entreguerras”, correspondió al período histórico entre la primera Gran Guerra del siglo y la Guerra Civil de 1936, en el que prosiguieron su labor los creadores de la especialidad e iniciaron su quehacer los pediatras de la segunda generación. A ellos se debió el desarrollo y auge de la pediatría durante este período y son muchos los hechos que lo confirman. Se celebró en Palma de Mallorca, en 1914, el I Congreso Español de Pediatría, organizado por Andrés Martínez Vargas; aparecieron las primeras revistas y se editaron libros pediátricos básicos; se incrementó el número y eficacia de las “Gotas de Leche”; se modernizaron las Casas de Expósitos y las Casas Cuna; se creó la Escuela Nacional de Puericultura y se fundaron las primeras Escuelas Departamentales de Puericultura; se instituyeron los Servicios de Higiene Infantil y los Dispensarios de Puericultura en cada provincia y se creó el Cuerpo de Médicos Puericultores del Estado; se dictaron leyes de protección a la infancia y se elaboró real la tutela jurídica del menor. En esta segunda etapa, la asistencia sanitaria pediátrica pública se limitaba a medidas preventivas y sociales o de atención a problemas colectivos o enfermedades concretas tales como las enfermedades infecciosas endo-epidémicas.

La tercera etapa de la Pediatría española se inició en 1936, se desenvolvió bajo la dictadura del general Franco y se extendió hasta los años 60 del pasado siglo. Durante la misma fueron varias las disposiciones tomadas, entre ellas: la promulgación de la Ley de la Sanidad Infantil en 1941 y la instauración del Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE) en 1942. De todos modos, el SOE no se reglamentó hasta 1947, no se extendió a toda la población y no incorporó la Pediatría hasta 1950, con la instauración de los “pediatras consultores” en los ambulatorios. Era un “conato de medicina infantil”, que solamente alcanzaba a los niños hasta los 3 años sin volante del médico general, y hasta los diez años con volante del médico de cabecera o de otro especialista. En 1958 se dio un paso más con la creación del “pediatra de zona”, hasta los 7 años de edad. Durante la segunda etapa, y en casi toda la extensión de la tercera etapa, la asistencia al niño enfermo descansaba, en gran parte, en el ejercicio libre y privado, con una frecuencia elevadísima de visita domiciliaria. Los niños del área rural que requerían la asistencia de un pediatra se desplazaban a la capital de provincia ourensana en “coches de línea” y multitud de veces caminando. En unos casos lo hacían por iniciativa propia, en otros a instancia del médico o del boticario del pueblo.

Hospitalaria

No existía medicina hospitalaria pediátrica en España, salvo en Madrid. Muy pocos niños, sobre todo los quirúrgicos, ingresaban en los hospitales de la beneficencia, en algún sanatorio privado y, desde su creación, en las llamadas Residencias Sanitarias del SOE. Ourense no era una excepción. Algún niño grave, quirúrgico o traumatizado ingresaba, si era subsidiario de la Beneficencia, en el viejo Hospital Provincial de la carretera de la Lonia, otros en un sanatorio privado y, desde su puesta en marcha, aquellos que eran beneficiarios del SOE lo hacían en una de las dos plantas de ingresos quirúrgicos con las que contaba la Residencia Sanitaria de la calle del Progreso. A esta, cuyas instalaciones eran lamentables, se le conocía como “La Mutua”, debido al gran letrero de una aseguradora que ocupaba todo el frontal del bajo. Los niños hospitalizados aquí lo hacían bajo la responsabilidad y cuidado del “pediatra consultor”. Entre los centros privados de Ourense tengo noticia, aunque en distintos momentos, de cuatro sanatorios de cierta capacidad (Santa Cristina, El Carmen y, unos años después, los sanatorios de los doctores Arsenio Raposo y García Valcárcel). También existían otros sanatorios de aforo más reducido, ubicados en pisos de edificios de viviendas. Estas instalaciones contaban con medios limitados y obsoletos, eran inadecuadas para la edad pediátrica, sin personal especializado y sin continuidad asistencial. La primera incubadora “isolette” llegaría a Ourense en 1965 y, como no había otro sitio mejor ni más vigilado, se emplazó a los pies de la mesa de partos de la Residencia del SOE —resultaba curioso escuchar de forma simultánea los “chillidos” de la parturienta y el neonato—. El “pediatra consultor” responsable era el doctor Leoncio Areal Herrera, persona íntegra y clínico muy riguroso y actualizado, que suplió con gran esfuerzo y eficacia la falta de pediatría hospitalaria.

Hasta ese momento las incubadoras existentes eran poco más que estufas inseguras. La mayoría de los niños, independiente de la gravedad de su proceso, eran asistidos en su propio domicilio por sus familiares, que seguían, como podían, las directrices de sus médicos. Los inyectables eran administrados por los “entendidos” del pueblo o por alguno de los pocos practicantes titulados existentes de nuestra provincia —Modesto Morenza, Antonio Barbosa, Pepiño Varela y pocos más—. Los niños prematuros eran cuidados en sus casas, dentro de cajas de cartón, rodeados por tres canecos de barro con agua caliente, dispuestos en forma de U. En mayo de 1969 se inauguró la Residencia Sanitaria “Nuestra Señora del Cristal”, y con ella el primer servicio de pediatría. Así arrancaba en Ourense la cuarta y actual etapa de la pediatría, a la que nos hemos referido ya en distintos sueltos anteriores en este mismo periódico.

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