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Nieves Lagares Diez

Tribuna libre

Nieves Lagares Diez

Ana y la magia

Todo hacía pensar que la reflexión de Ana Pontón no era sino un modo de esperar a que calmaran las aguas para empezar a remar con fuerza en la que sabe que será su más dura travesía. Y mientras las aguas se calmaron, o no, Ana desafió a tirios y troyanos para asentar una nueva estrategia que le permitiera acceder a sectores más amplios de la población y a temas más centrípetos.

Seguramente, muchos antes que ella soñaron con un partido nacionalista poniendo un Presidente de Galicia, y seguramente muy pocos y muy pocas llegaron a pensar alguna vez en una Presidenta de los gallegos. Pero a todos y todas, nacionalistas o no, se nos ponen los dientes largos cuando vemos al PNV negociar los presupuestos y oímos a la ministra diciendo que son unos profesionales de la negociación. Pena que Galicia no cuente ni con esa fuerza ni con ese tipo de profesionalidad.

Las aguas de Ana no se calmaron de todo; su renuncia al independentismo y su incorporación de una noción de soberanismo alternativa al propio independentismo necesita todavía algún tiempo para tomar una forma clara.

También necesita arreglar la casa, que todos y todas empiecen a remar en la misma dirección, porque no se puede decir lo uno y lo contrario al mismo tiempo y esperar que todos la acompañen en el viaje.

Nadie duda de que Ana ha hecho magia con el BNG; que ha tomado a una opción política destruida orgánicamente y con una performance rancia para la nueva política, y le ha dado brillo propio mientras la nueva política se hundía sin esperanzas. Pero eso no es suficiente para cambiar la hoja de ruta tradicional de la organización por una nueva y no explorada.

Lo intentaron Beiras y Quintana, y ambos fracasaron; y no por los principios, como muchos creen, sino por la cultura política que inunda la organización; que hace que una buena parte de su militancia no se vea representando a la mayoría del país sino siendo el contrapeso de quien dirija el país. Ahí reside uno de los más grandes problemas del BNG; una buena parte de la organización prefiere la estaticidad al movimiento, y se aferran a supuestos principios inmutables que no son más que una performance de cultura organizativa.

Pero eso no se soluciona desde la indefinición o en base a definiciones confusas; eso solo se soluciona con propuestas firmes y con actos que asienten las nuevas posiciones. No se hacen tortillas sin cascar huevos. Si abandonamos el independentismo luego no podemos estar en actos de carácter independentista, si tenemos vocación centrípeta no podemos quedarnos al margen de los presupuestos; y no porque haya que ser coherente en todo, sino porque cuando alguien empieza a recorrer una nueva estrategia tiene que definir muy claramente los hitos que la apuntalan para que los ciudadanos la entiendan con claridad.

Si algo necesita ser explicado no funciona. La magia que ha llevado a Ana hasta la situación actual no necesita ser explicada, se percibe, se siente, se vive; su barullo post-reflexión necesita de una tesis doctoral para ser interpretado; y eso en política no funciona.

Tal vez haya terminado la reflexión, pero ahora Ana Pontón necesita un nuevo punto de inflexión para relanzar su estrategia, y mucho me temo que ese todavía no lo ha encontrado; tendrá que recurrir a la magia.

*Equipo de Investigaciones políticas de la USC

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