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Javier Cuervo.

Un millón

Javier Cuervo

El juguete viene después

El juguete viene después y cristaliza en plástico el mundo que los niños han ido viendo desde que pueden mantener la cabeza erguida y su mirada panorámica escanea una realidad que se les despliega al paso como nunca lo hará. Que el juguete viene después lo sabes cuando has visto crecer varias promociones de bebés y ellas se ponían encima cosas que podían adornarlas y ellos perseguían esferas inquietas difíciles de controlar con las manos o los pies. Lo correcto es no reprimir las excepciones, temporales o persistentes, de estas conductas, dicho sea por si alguien que todavía dude al respecto está leyendo esto.

En los juguetes aún hay una división rosa y azul que incordia porque el mundo está lleno de colores desde la infancia y el dilema cromático de género es un anacronismo para bebés que visten a veces con todos los colores que percibe el ojo humano. Podríamos decir lo mismo de los diminutivos dirigidos a las niñas, pero seríamos injustos. A las mujeres adultas les venden mujeres adultas cosas en diminutivo inversamente proporcional al superprecio.

"Desconfío de los mensajes correctores porque los he visto fracasar; el mercado encuentra la forma de asimilar todo y los niños tienen dentro un punk, que juega con moco, come chucherías con forma de insecto..."

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El juego hay que tomarlo en serio, pero no tanto. Pasé la infancia matando indios americanos en la pradera y vaqueros en la calle principal del pueblo del Oeste y en los muchos años que han seguido no he matado indios, ni vaqueros ni persona alguna. Aventureros de mi generación que se soñaban astronautas parece que los Reyes les hubieran traído “El sedentarín”, un juguete completo, juguete Comansi, con sofá infantil, cerveza de juguete y un futbolín para sus hermanos.

Desconfío de los mensajes correctores porque los he visto fracasar antes de que un niño pudiera elegir un juguete, porque el mercado encuentra la forma de asimilar todo y porque los niños tienen dentro un punk, que juega con moco, come chucherías con forma de insecto... Cuando hayan asegurado un porcentaje de mercado saldrán juguetes de “ponte fea y maltrata a los demás”. En un mundo que no existe algo tan molestamente obvio como Barbie sería tan raro como un dinosaurio de plástico.

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