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Bastida Freijedo

Carne, carnaza y canibalismo político

Los partidos y sus redes sociales se están convirtiendo en macrogranjas políticas, donde mucha gente se estabula para comer el pienso que le dan los dirigentes y medios de comunicación afines y para revolcarse luego en el purín que crean y desparraman sin control contra sus adversarios. Quizá por ello la política, esta política, da asco.

Ya no sorprende que quienes critican al ministro Garzón por sus declaraciones no se las hayan leído, porque hace tiempo que no se critica lo dicho, sino al bicho, que se supone que nada bueno ha podido decir. Tampoco que la mención a un determinado sistema industrial de crianza animal se tome como un ataque a todo el sector ganadero. Menos aún que lo que se condena desde distintas esferas de derecha a izquierda como una política nociva para el campo, las ganaderías sostenibles y el medio ambiente, se admita ahora para el pimpampum electoral.

Lo que de verdad sorprende es que el presidente del Gobierno acuda a ese comedero de la oposición para ensuciar aún más a Garzón en la pocilga allí creada. Si considera que actuó mal, céselo y diga por qué. De lo contrario tenga dignidad política, deje de mirar tanto al retrovisor para ver cómo reacciona el PP, y defienda a un miembro de su Gobierno que, además, no ha dicho nada diferente de lo que su partido y usted mismo han opinado sobre las macrogranjas.

"Hace tiempo que no se critica lo dicho, sino al bicho, que se supone que nada bueno ha podido decir"

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De la oposición nada bueno se puede esperar en este asunto, porque desde el primer momento convirtió la carne de macrogranja en carnaza para devorar a un ministro y con él al Gobierno de coalición. Nada de debatir sobre un problema tan serio como este, que ya es una amenaza real en campos como el de Segovia, con 1,2 millones de cerdos por 150.000 habitantes. Lo importante es intentar reprobar en las Cortes a Garzón, como un aquelarre más de precampaña electoral en Castilla y León.

Del presidente Sánchez tampoco se puede esperar altura de miras. Va de chuletón al punto, sin querer mancharse para rescatar a su ministro del estercolero al que le han echado … y los ministros socialistas ayudando a su señor, aunque ello suponga agrietar la coalición. Quizá por ello se han apuntado también al canibalismo político engreídos barones socialistas como García-Page y Javier Lambán.

La política es despiadada cuando se ejerce sin dignidad. Seguramente Alberto Garzón es ministro porque la coalición lo incluyó en el Gobierno como animal de compañía, pero lo que dijo no es como para despedazarlo entre todos, máxime cuando, desde hace un mes, hasta el Código Civil reconoce que los animales son seres “sintientes”, y a Garzón, sin duda, le duele más el desprecio del presidente y de sus colegas socialistas, que la lapidación a manos de los que luego van a una granja a hacerse sonrientes una foto, mimetizándose con el ganado porcino. Los mismos que, pasadas las elecciones, seguirán autorizando macrogranjas en Castilla y León.

*Profesor emérito de Derecho Constitucional

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