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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Hilachas de aquí y de allá

Cada palabra, al margen de los significados rigurosos que le concede la Real Academia Española (RAE), puede tener acepciones distintas según los contextos en que aparece o según los pueblos y/o épocas en que se utilizó. Muchos de estos significados han sido recogidos por diversos diccionarios y vocabularios del uso de la lengua y otros se han perdido con el paso del tiempo. La RAE acepta para la palabra hilacha los significados de “trozo pequeño de hilo…” o de “resto de algo”. El lingüista peruano Manuel Ricardo Palma y Carrillo (Lima, 1833 -1919) fue más allá y utilizó el término hilachas para referirse a apuntaciones históricas y chismografías, que recogían tanto noticias curiosas como cosas frívolas. Este, su escribidor de ustedes, toma esta última acepción y se permite hoy deshilachar temas diversos y elaborar un artículo a modo de ovillo o pelota de hilachas.

Vicente A. Posse Roybanes

La historia de las vacunas es la de numerosos e inigualables descubrimientos que permitieron el desarrollo y el progreso de la prevención de muchas enfermedades infecciosas y contribuyeron a salvar millones de vidas. Forman parte de esa historia los hombres que las hicieron posibles al disponer de la inteligencia y el empeño suficientes para “saber sorprenderse oportunamente” y descubrirlas, los laboratorios y equipos investigadores que las desarrollaron y ensayaron con rigor científico hasta tener la seguridad de su garantía de calidad y eficacia, y los sistemas de salud que las promovieron e implementaron hasta conseguir la erradicación de infecciones terribles. Sirven como ejemplo la viruela, que desapareció de la faz de la tierra, o la reducción de la poliomielitis en un 99%, evitando así hasta cinco millones de parálisis. En la historia de la lucha contra la viruela es muy celebrado y sabido que el 30 de noviembre de 1803 zarpó de A Coruña la corbeta María Pita, que llevaba a bordo los componentes de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, dirigidos por Francisco Javier de Balmis y Berenguer (Alicante, 1753 – Madrid, 1819). La vacuna se mantuvo por inoculación de brazo a brazo entre un grupo de 22 niños de la Casa de Expósitos de A Coruña, bajo la supervisión y cuidado de la enfermera Isabel Zendal. Fue una las empresas de salud pública más extraordinarias de la historia de la humanidad y constituyó el primer programa oficial de vacunación generalizada en el mundo, ya que llevó la vacuna a extensos territorios de América y algunas zonas de Asia, para combatir una enfermedad propagada desde Europa por los propios descubridores. Sin embargo, es mucho menos conocida la aportación del médico gallego Vicente Antonio Posse Roybanes (Betanzos, 1753 – A Coruña, 1809), que después de haber colaborado en los preparativos de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, inició en A Coruña, en 1805, la vacunación antivariólica, que extendería en 1806 a toda Galicia, gracias a sus escritos y labor propagandista. Aunque su figura y obra fueron bien estudiadas, entre otros, por el que fue mi buen amigo e ilustre compañero en la Real Academia de Medicina de Galicia, el vivariense Fausto Galdo Fernández, me parece justo recordar a Posse en este momento, dado que fue el iniciador de la vacuna contra la viruela en Galicia y porque puede ser considerado el primer autor de un documento de salud pública sobre política de vacunas: Método de establecer y propagar la envacunación en los pueblos en donde se necesite. Además, su labor altruista aún fue más meritoria, si se considera que, por un lado, le faltaron medios económicos y salas estables de vacunación y, por otra parte, hubo de luchar contra la oposición de una parte de la población e incluso de algunos médicos.Esto viene a poner en evidencia que los detractores de las vacunas, los que cuestionan su necesidad y utilidad, han existido siempre.

Batuta conmemorativa de 1887

En la historia musical de Ourense han figurado bastantes agrupaciones corales. Algunas alcanzaron resonancia nacional e incluso internacional; otras tuvieron escasa transcendencia y de ellas apenas queda constancia de su nombre. Gracias al libro del escritor y periodista ourensano, José Adrio Ménéndez, titulado Del Orense Antiguo (1935), tenemos algunos. Estos serían después completados, entre otros autores, por el que también fue querido amigo, periodista e ilustre musicólogo, Isidoro Guede, en su libro La música en Orense, 1992. Así, sabemos que en junio de 1887 se anunció un certamen de orfeones en Ourense, a propósito de los festejos que se iban a celebrar por la inauguración de la estatua del Padre Feijóo. Con tal motivo, se unieron un grupo de antiguos coralistas de otras agrupaciones en el “Café de la Unión”, gracias a la ayuda de su propietario —que se hizo cargo de los gastos del local, “Mesón del Centro”, en la calle del Progreso—, con el fin de organizar un coro y poder participar en el citado concurso. El coro tomó el nombre de “Unión Orensana”, bajo la dirección de Francisco Prieto, quien, a los dos meses, la dejaría en manos del violinista Enrique Fernández “Trépedas”, al que se considera el primer director del “Orfeón Unión Orensana”. En septiembre de 1887, se celebró el certamen. El primer premio –consistente en 500 pesetas y un estandarte— sería precisamente para esta coral. Como dato curioso cito que la obra obligada del concurso fue “El regreso a la Patria”.

En mi calidad de coleccionista, conservo con esmero, una batuta conmemorativa que fue donada como premio por el “Orfeón Unión Orensana” para el citado certamen de 1887. Llegó a mis manos por generoso regalo de la que fue mi fiel y eficaz secretaria en el Departamento de Pediatría, durante más de 30 años, Tina Carballo, quien también me confió el cuidado pediátrico de sus hijos. Se trata de una bonita y elegante batuta de madera de ébano maciza, con remates en ambos extremos, simétricos, de plata labrada a mano con motivos de inspiración vegetal. Carece de inscripciones conmemorativas o datación de fechas en la propia batuta y tampoco aparece la marca o punzón de platero. La batuta se guarda en estuche de madera, forrado interiormente con seda roja. En el forro de la contratapa aparece, en letras doradas, la inscripción: “Certamen Musical de Orense, 1887. Premio de la Unión Orensana¨. En las fuentes bibliográficas a mi alcance no he podido determinar a quién le fue concedido este premio. Simplemente la uno a estas hilachas de hoy por su curiosidad y para dar información de su conservación y existencia.

Franco visita Ourense en 1939

“Pocas palabras, queridos orensanos, porque es la primera vez que vengo a esta ciudad después de lograda la victoria por las armas nacionales”. Este es el inicio del discurso que pronunció Francisco Franco a su llegada a la capital ourensana hace 82 años, concretamente el 13 de septiembre de 1939 —el llamado “Año de la Victoria”—. El entonces Jefe del Estado llegó al parque de San Lázaro en coche abierto, acompañado del ministro de Marina. Allí le esperaban autoridades municipales, milicias de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, y la banda de música del Regimiento de Lugo. Según las crónicas periodísticas: “El Caudillo hizo su entrada en la población a la una y diez minutos de la tarde. La muchedumbre que había acudido a esperarle, prorrumpió en delirantes ovaciones, con gritos de ¡Franco, Franco! […]. En medio de las exclamaciones cada vez más estruendosas que le tributaba la multitud, el Caudillo dirigiose al Ayuntamiento, correspondiendo a los halagos del pueblo con alegre sonrisa y con el brazo extendido”. En la Plaza Mayor fue recibido por el Alcalde y Corporación y, desde allí, “A pie y acompañado de autoridades y séquito, se dirigió a la Catedral, por las calles de las Tiendas y Juan de Austria” en la que se celebró una misa y cantó el Te Deum. La visita terminó en la Casa Consistorial, donde se celebró un almuerzo. Una fotografía magnifica del que fue el primer reportero gráfico de nuestra provincia, Leopoldo Iglesias “Villar”—que generosamente me cedieron sus nietos, mis querido amigos Belén y Miguel Iglesias “Villar”—, documenta el momento en que Franco y su comitiva atraviesan a pie la Plaza Mayor, mientras son saludados por todos, al “estilo falangista” (brazo y mano en alto y extendidos) a ambos lados. La elocuente fotografía es un testimonio histórico-gráfico de una época y habla por sí misma.

Aquellos que quieran saber más pueden recurrir a las hemerotecas del diario La Región y otros, así como a la publicación de Enrique Bande Rodríguez: Acontecimientos festivos de la ciudad de Ourense. Siglos XIX y XX, 2005.

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