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Enrique López Veiga

El Séptimo de Caballería y la leyenda negra de la pesca española

En un artículo anterior me comprometía a hablar de la leyenda negra que se ha urdido en torno al sector pesquero español, cosa de la que cada vez estoy más convencido, pero ante la cual no hemos sabido reaccionar adecuadamente hasta el momento actual y eso es algo que hay que empezar a cambiar con urgencia. A finales del Siglo XV la reina Isabel la Católica recomendaba con respecto a la colonización española de América el mestizaje porque entendía que era la mejor política para estrechar vínculos entre las poblaciones de distinto origen y prohibía además la esclavitud de los indígenas. Su hijo Carlos V proclamaba unas Leyes de Indias que fueron un ejemplo de progreso moral y político y que ninguna otra nación europea decretó nunca, y menos aún los países que más se enriquecieron con ese genocidio y escándalo moral que fue la trata de esclavos principalmente llevada a cabo por holandeses, franceses y británicos. Para los anglosajones de siglos posteriores la política a seguir con las poblaciones americanas nativas se resumía en la conocida frase de que “el mejor indio es el indio muerto”. Viendo una escena de la famosa película de 1941 (bastante posterior a Isabel la Católica) “Murieron con las botas Puestas” me quedé atónito ante una frase que aparecía sobreimpresa a la imagen: “Y así nació el inmortal 7º de caballería de los Estados Unidos que despejó las llanuras a favor de una civilización que avanzaba despiadadamente y que significó la perdición de la raza roja”*. Es evidente que la conquista española tenía como fundamento moral la asimilación de las poblaciones aborígenes mientras que la anglosajona se basó en la limpieza de las grandes praderas de todo vestigio indio y los descendientes de estos limpiadores de las praderas son las que mantienen que Fray Junípero Serra, un santo varón, era un genocida. Pero lo peor es que algunos cargos políticos españoles se apuntan a esta teoría perversa.

Dos arrastreros amarrados en el puerto de O Berbés. Pablo Hernández

Pues bien, con la pesca española ha pasado un poco lo mismo. Cuando se trataba de justificar en los años setenta del siglo pasado la extensión de la jurisdicción pesquera a 200 millas había que encontrar un responsable de una pretendida sobreexplotación de los recursos y el chivo expiatorio más conveniente era España. Recuerdo todavía que los canadienses no se explicaban que un país atrasado como España tuviera una flota pesquera más eficiente que la canadiense y que los pescadores españoles estuvieran notablemente mejor pagados que los pobres pescadores de Terranova sometidos la tiranía económica del monopolio de la Canadian Saltfish Corporation. Algo parecido sucedió con la entonces Comunidad Europea de Diez que impuso a España un régimen transitorio donde se limitaban los días de pesca de la flota del Gran Sol y el famosos Box Irlandés donde los buques españoles no podían entrar. A pesar del discurso oficial, lo que se pretendía era que la flota española perdiera competitividad y nunca se reconoció que la sobrepesca de las especies que explotaba la flota española si existía, era mucho menor que la que sufría el bacalao del Mar del Norte donde nunca nuestros buques faenaron. A ello siguió un Tratado de Adhesión que impuso un régimen transitorio de 17 años para la pesca española y un largo etcétera de incomprensión y mala prensa**.

España y de manera especial Galicia reaccionaron para acomodar su flota a los recursos a los que se permitía acceso. Estableció un régimen de derechos transferibles de pesca, planificó sus actividades y modificó sus leyes para tipificar como delito la pesca ilegal, cosa que ningún otro país de la UE ha hecho. La organización de la pesca artesanal gallega es ejemplar y no tiene parangón en ningún otro estado miembro, como tampoco lo tiene el portal estadístico de la Xunta PescadeGalicia ni el establecido en el Puerto de Vigo para el registro de capturas y previsión de descargas. Nada de esto se nos reconoce y es hora de poner pie en pared y luchar para reivindicar todo lo bueno que la pesca española y especialmente la gallega ha hecho de positivo, entre otras cosas invertir en países donde nadie más se atrevió y hacer de ellos potencias pesqueras mundiales, como por ejemplo Namibia. Necesitamos una reacción gallarda y levantando la voz: las guerras no se ganan a la defensiva y hay que acabar con lo que parece un adormilamiento general de nuestros parlamentarios de todos los colores. Empecemos por no creernos esa leyenda negra que otros han escrito apoyados por ministros irresponsables como el Sr. Garzón. La pesca gallega no es el 7º de caballería sino todo lo contrario.

*(T.del A.) “And so was born the inmortal 7th U.S. Cavalry which cleared the plains for a ruthlessly advancing Civilization that spelled doom to the red race”.

**Ver La Política pesquera de Galicia en el contexto comunitario (1993). Xunta de Galicia 541 pgs. Págs 177 a 229.

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