Opinión | Crónica Política

...Y empezar bien

Hace casi solo unas horas, este ciudadano que les escribe opinaba que la señora conselleira de Medio Rural había hecho cualquier cosa menos empezar bien. Como es natural, era opinión personal que se mantiene. Hoy, toca lo contrario: sin pensar en compensaciones, que sería una idiotez, procede decir que quien ha empezado bien es el presidente Rueda. Por una razón sobre todas: hace un anuncio, que todavía necesitado de pruebas –que el tiempo las aportará o no– expresa lo que la gente del común siente.

Es un sentimiento que, resumido, podría reducirse a la idea de que el poder político si dura demasiado se convierte no en un sentido de servicio a la sociedad, sino en uno de propiedad sobre el conjunto de esa sociedad. Y, además, refleja un sentido común nada frecuente en el oficio político, pero que, por fortuna para Galicia sí existe en don Alfonso. Así pues, tan ingenua sería la fe del padre Astete para aceptar las promesas sin más, como malévola la negación de unas virtudes hasta que no se demuestren del todo.

Lo que se especifica para evitar un tercer mal: las comparaciones con otros, afines o adversarios, que siempre son odiosas. Eso, al menos, es lo que el sabio refranero nos recuerda. Y que, dicho sea de paso, es lo que más practica la política actual, o sea, las permanentes, odiosas e injustas comparaciones. Que sólo descalifican al oficio. Un oficio que sitúa ya a la política en los primeros lugares de la antipatía social, camino que –por cierto– se detecta ya en la mismísima profesión periodística. Urge una inmediata reflexión.

En el capítulo de las promesas existen dos categorías, la evanescente –es decir, la que desaparece pronto sin cumplir– y la fiable. En este apartado el presidente Rueda ha formulado una acerca de la gratuidad de las matrículas universitarias en el primer año de carrera. Y además, palpable de inmediato, un hecho, tal como que la gratuidad se extiende también a zonas claves de la enseñanza como las Artes, Música y, en definitiva, Cultura.

Hay un tercer estamento, que justifica la fe –siempre relativa en todo, incluida la del carbonero– y, por supuesto, en la política. Se trata de la promesa sin hechos todavía pero con fechas concretas. Ejemplo es el anuncio presidencial de una gira por Argentina en mayo, lógicamente para hablar con los gallegos, con lo que allí residen y descendientes, pero también dedicada específicamente a conocer in situ los problemas que tiene con la nueva Presidencia argentina el mundo de la pesca. Naturalmente la de origen en este antiguo Reino, con visita incluida a las zonas marítimas en conflicto. A eso se le llama empezar bien.