Fernando Rubio Maquieira cumplió 89 años en este mes de agosto.

Fernando fue nuestro primer presidente en el Club 55. Cuando se lo propusimos se negó argumentando que era una persona muy ocupada, por la mañana trabajaba en la Seguridad Social y por la tarde tenia su clínica particular. Le hicimos ver que lo elegíamos por ser una persona capacitada y trabajadora y que tenía que aceptar el cargo de presidente y que le ayudaríamos para que su carga fuese más ligera.

Fernando, que es una persona inteligente y generosa, al final aceptó el cargo.

Estuvo ocho años como presidente y hace unos tres años nos dijo que estaba cansado y que teníamos que elegir un nuevo presidente y así fue, elegimos a Antonio Souto Macías, había sido director general de Unión Fenosa en Madrid.

Durante años fue mi compañero de golf en el Aeroclub de Vigo, allí en unión de varios amigos hacíamos nuestros nueve hoyos.

Fernando gozó siempre de buena salud pero últimamente tuvo una insuficiencia coronaria y tuvo que ser intervenido para ponerle un bypass.

Hace menos de un año que me comentó: “tengo que dejar de jugar al golf, los médicos me dicen que debo de evitar esfuerzos”, me lo dijo con mucha pena.

Fui a verlo a su casa hace unos días pues me comentaron que salía poco y que había perdido bastante movilidad. Cuando entré en su salón de estar estaba jugando al ajedrez con su hijo mayor Fernando, me emocionó. Fernando hijo me comentó que no era fácil ganarle, estaba muy entrenado pues jugaba al ajedrez por internet.

Estaba allí también su hijo Daniel, gran especialista en el nuevo mundo de tecnologías digitales.

Pili, su mujer, aprovechó la visita de sus hijos para ir a misa de los Salesianos, que la tiene al lado de casa.

Fernando Rubio Maquieira recibe frecuentemente visita de sus hijos y de sus muchos amigos y, como supernumerario del Opus Dei, recibe visitas frecuentes del cura de su centro.

Llegó Pili de misa y se marcharon sus hijos y me comentó cosas muy emocionantes de su convivencia actual con Fernando: “Mira Pedro estábamos acostumbrados a que Fernando fuese el gran capitán de nuestro grupo familiar, ahora yo me he convertido en la enfermera y cuidadora de Fernando”. “Me dice que está dando mucha lata y yo le digo Fernando yo te quiero, para mí es una muestra de amor y cariño”.

Sus hijos Agustín, Fran y Andrés lo sacan a pasear sobre todo los domingos en que va a misa.

Cuando siembras en buena tierra normalmente recoges y esto es lo que le está pasando a mi buen amigo Fernando.

Por eso digo que la familia unida jamás será vencida, problemas nunca faltan, cuando uno es mayor las capacidades físicas y cerebrales van a menos pero aflora el cariño y la estima de la familia y de los amigos.

Cuando hay amor, la vida, a pesar de los pesares, es más dulce y placentera.

*Miembro del Club 55