Estoy leyendo un libro de Rosa Montero sobre Marie Curie que consigo gratis gracias a la generosidad de una cuñada lectora acérrima.

Aunque estoy empezando, sus explicaciones con prisma feminista me hacen reflexionar sobre un viejo problemas mucho más general que no es otro que esa vieja tendencia de los humanos a definir colectivos.

Nos gusta y nos encanta definir colectivos y analizar la realidad bajo este prisma.

En literatura también hacemos esto, nos encanta definir generaciones, buscar bloques homogéneos. Hay una generación literaria con fama de poética, pero con solo tres grandes poetas.

Este análisis que parte de lo grupal aunque puede tener cierta utilidad en algunos casos ha producido grandes males en la humanidad, unas veces se definen grupos para que sean intocables y otras para que sean tocables. Unas veces se definen grupos para protegerlos y otra para masacrarlos o rebajarlos en su condición de humanos.

Quizá sea mucho más certero defender y proteger a las personas, ya que si defiendes a cada persona, a la vez defiendes a cada grupo y encima no cometes errores como victimizar o masacrar.

El libro de Madame Curie me hizo reflexionar, según iba leyendo, se nos hablaba de Curie como un rostro sin sonrisa. Me parecía que la muerte de su hermana y de su madre antes de los 11 años eran factores más relevantes que las consideraciones del papel que la mujer ocupaba en esa sociedad.

Definir y rebajar colectivos es evidente que no genera buenos resultados en la historia.

Definir, proteger y dar exceso de protagonismo a colectivos puede ser útil quizá a corto plazo pero a largo plazo victimizas y paralizas al colectivo.