La doctora Therese Martin toca la bolsa donde fueron encontrados los nueve anillos de los obispos que alimentaron leyendas y libros con el mimo de estar ante uno de esos hallazgos que no se encuentran todos los días. A pesar de su dilatada trayectoria, sonríe como si fuera el primer día de trabajo. Detrás, el doctor Xosé Lois Armada estudia minuciosamente las alhajas encontradas. Ellos están físicamente pero es un grupo de 15 investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) el que determinará la autenticidad de la bolsa y de los anillos.
El equipo multidisciplinar documentó con fotografías y archivos visuales la composición de cada una de las joyas. La doctora Martin inspeccionó cada hilo de la bolsa encontrada con un microscopio digital para poder ver la composición. “Lo que estudiamos es de qué material está hecho, por ejemplo, ves esta está hecha de seda, muy buena seda porque se ve que la trama de la seda se mantiene intacta. Se nota que esta reliquia podría hacerse para uso de la élite o para guardar este tipo de cosas, porque está hecha con un cuerpo fuerte y a pesar de todo el tiempo se ha mantenido. Ahora tiene este color, pero creemos por la tela y la composición del material que sería de un color nata o beige muy intenso y estamos buscando sobre el borde porque creemos que tenía color rojo, así que a ver si lo encontramos”, dice la doctora.
Ella no es especialista en objetos medievales, pero hace referencia a su compañera Ana Cabrera que la menciona para alegar que “ella dice que sí que está hecho en la península por la composición y que serían del S.XV o S.XVI, aproximadamente”.
Falta la claridad del color de la bolsa, pero ni el polvo, ni la humedad, ni el óxido de la plata han podido con el tejido y menos con los anillos. El doctor Armada cogía con un poco de plastilina el anillo explicando que “lo que estamos haciendo es documentar y mandarlo vía digital, y analizar los anillos con fluorescencia rayos X, que es una técnica que se utiliza para determinar la composición química de las piezas. En este caso, lo que hemos visto hasta ahora son piezas de plata, con un dorado superficial, para que tenga aspecto de oro. Y después hay aspectos minoritarios que nos pueden indicar como el mercurio qué tipo de técnica se utilizó para hacer estas joyas”.
Estudian la cronología histórica, la composición y los elementos necesarios para llegar a unas conclusiones, que se espera que certifiquen que sean las joyas de los obispos que se refugiaron en Santo Estevo de Ribas de Sil.
Las manos de los investigadores tocan con delicadeza unas piezas que tenían atribuidas capacidades curativas. La historia sirvió para alimentar leyendas literarias y la historia devuelve el pasado a la realidad material de la plata, el oro y la seda como tesoros medievales.