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GASTRONOMÍA

El año del Restaurante Miguel González y de Ceibe

El primero logró la Estrella Michelín y un Sol Repsol, el segundo una recomendación en la Guía Repsol tras solo ocho meses abiertos

Miguel González, a la izquierda. A la derecha, Xosé González y Lydia del Olmo, del restaurante Ceibe.

“Impensable”. Es el adjetivo que se le escapa al chef ourensano Miguel González después de recibir la Estrella Michelín el pasado mes de diciembre y ahora un “Sol Repsol” que lo acredita como una de las revelaciones de la gastronomía gallega y nacional. “Cuando las cosas parecían torcidas de todo, de repente, se enderezan de una manera tan buena y que no esperas, que no queda otra que seguir trabajando, mejorando y creer en lo que estamos haciendo”, dice el ourensano volviendo de San Sebastián después de recibir el galardón de la Guía Repsol.

Ahora “ya tenemos la parejita”, dos reconocimientos al trabajo y la perseverancia en una idea que se afianza con cada paso que da el equipo del restaurante Miguel González, en Pereiro de Aguiar. “Es el empujón que necesitábamos para atraer más clientes no solo por el boca a boca si no también de otros puntos y crecimos un 500%, pero esto nos hace tener una mayor responsabilidad con la gente que nos viene a visitar”.

"Ahora ya tenemos la parejita, Estrella Michelín y Sol Repsol"

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Miguel González ha pasado de ser un lugar idílico en Pereiro de Aguiar, a tener todos los ingredientes necesarios para seguir creciendo. Atractivo culinario, reconocimientos nacionales, proyección internacional y un espacio de referencia para las celebraciones sociales. “Es muy bonito que la gente tome tu restaurante como referencia para celebraciones y viene exclusivamente a tu casa a comer para celebrar algo, eso es muy bonito e indica que el equipo del restaurante lo está haciendo bien y el apoyo que tenemos de mucha gente nos sirve de aliciente para dar más de nosotros y seguir avanzando”.

El camino hasta llegar a la posición donde se encuentra el chef ourensano fue dura, con obstáculos que no esconde y con los que ha aprendido una vez que los superaba. Por ello, dice que “esto que nos está pasando tenemos que saborearlo y disfrutarlo, pero también saber digerirlo porque con que nos despistemos nos vuela por eso tenemos que seguir trabajando. Esto indica que nos están mirando, nos están observando con lupa y debemos seguir con las mismas ganas y la ilusión que hasta ahora”.

Al menú rústico y al menú Cloe, se le une un nuevo proyecto profesional (y personal) que es la elaboración de un menú más largo, para disfrutar más tiempo. “Estamos en proceso para dentro de poco tener el menú Laia, que será un menú más largo, para disfrutar durante más tiempo y olvidarse de todo”. El restaurante Miguel González se une al Nova, al Galileo y A Taberna que ya contaban con un Sol Repsol.

La libertad de Ceibe

La historia de Ceibe es la de tantos sueños que se fraguaron antes de la pandemia y que algunos cayeron en saco roto y otros continuaron con el esfuerzo por bandera y la incertidumbre de cada día. Lydia del Olmo y Xosé González abrieron su propio rincón en el corazón de Ourense (calle San Miguel) con la necesidad de crear su propia identidad y construir algo juntos.

Antes de ayer, mientras limpiaban la cocina se enteraron de que la Guía Repsol les había incluido en su revista a través de una recomendación que también disfrutan el Barazal, el Sanmiguel y Sybaris 2.0. “Nos pilló de sorpresa y nos lo dijeron amigos del gremio y la verdad muy contentos, porque es algo que para nada esperábamos y esto es un empujón, un impulso más para seguir con más ilusión y más ganas cada día, porque si algo hemos aprendido es a vivir al día”, dice Lydia.

Entrar a Ceibe es hacerlo al interior del rural ourensano, con la pantalla saludando a la entrada, los cestos por todo el salón y la amabilidad y valentía de dos chefs que aprendieron en Casa Solla, entre otras cocinas. Xosé dice que “en realidad Ceibe es un proyecto que surgió por una pregunta: de qué color sería el delantal si tuvieras un restaurante. Ahora es blanco (se ríen los dos), pero por esa pregunta empezamos a diseñar un proyecto antes de la pandemia y lo teníamos todo preparado y llegó la pandemia. Llevamos ocho meses abiertos, de los cuales abiertos abiertos, solo hemos abierto cuatro, porque los otros por las restricciones y demás no abrimos, así que es una alegría grande que te reconozcan tu trabajo, sobre todo cuando no lo esperábamos para nada”.

"A raíz de la llamada de la recomendación no fue un día sin más"

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Lydia dice que “a raíz de la llamada que nos hicieron no fue un día sin más. El que vean el esfuerzo que hay detrás, la implicación, el Ceibe en sí y aparecer en algo así, nos vale para mucho y para darnos esa energía para continuar, para no perderla. Hemos hecho algo que despertó algo para esta recomendación, así que seguiremos con nuestra identidad”.

La mesa principal, la más grande, es de la familia de Lydia, la mantelería la hizo la madre de Xosé. Por Ceibe hay recuerdos que transportan a la infancia, a una Galicia enxebre, más etnográfica. En su día libre, mejoran las instalaciones y recuerdan alguna anécdota. Xosé señala que “había una pareja en la mesa 2 que vinieron ya tres veces. La primera cuando abrimos, después de la inauguración, y después dos veces más y nos decían que veían la evolución de su proyecto y eso nos genera confianza y también ver la fidelidad de los clientes, las críticas que nos hacen es una sensación única”.

Lydia mira hacia atrás y dice que “estos meses los valoramos de una forma positiva, como no puede ser de otro modo. Porque hemos hecho realidad un sueño que teníamos, pese a la circunstancias que sea han vivido. Para nosotros es un año positivo por todo lo que estamos haciendo y viviendo, y también por parte del equipo, porque ellos también forman parte de esto, es también parte de ellos porque no pierden las ganas y la ilusión de cada día”.

En un año donde la hostelería sufrió (y sufre) en grados superlativos por el bien común, estos dos proyectos celebran reconocimientos nacionales que son un espaldarazo a su emprendimiento personal, a su identidad en los fogones, pero también a un trato afable y directo con clientes que destacan por su fidelidad. Al final, no solo es comer y en Galicia lo sabemos. Es la experiencia de compartir y de olvidarnos de todo. Y qué mejor manera de olvidarse de todo esto, que siendo fieles al apetito en Ceibe o en Miguel González (o en otros), pero siempre con sabor gallego.

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