CARLSO PREGO

La experiencia de Ana Martín, guía turística oficial, se repite año tras año: los visitantes inician el recorrido por las calles de Vigo creyendo que no encontrarán grandes "tesoros" y finalizan el itinerario sorprendidos por los secretos que oculta la urbe. "Aproximadamente el 20% de la gente que viene en nuestros grupos son vigueses que quieren conocer mejor la ciudad... Ellos mismos, cuando terminan, se quedan sorprendidos de lo que descubren", reconoce Martín.

Hoy Martín y los otros siete "cicerones" que componen en Vigo la Asociación Profesional de Guías Turísticos de Galicia inician la temporada de visitas por la ciudad. Hasta el 12 de octubre, cada sábado, domingo y jornadas festivas, los guías saldrán a las 11.00 horas de la "estatua del bañista" -Cánovas del Castillo, 22- para ofrecer recorridos didácticos por el Casco Vello y parte del Ensanche. En julio y agosto las visitas serán diarias.

El itinerario está diseñado a modo de paseo de 90 minutos por el corazón urbano. Una primera toma de contacto con Vigo en la que se descubren secretos, historias, anécdotas, joyas arquitectónicas... Que con frecuencia pasan inadvertidos para los propios residentes de la ciudad.

La temporada que hoy arranca es la tercera promovida por la Asociación Profesional de Guías Turísticos de Galicia en Vigo. Entre quienes acuden a Cánovas para iniciar la ruta destacan los madrileños, catalanes y vecinos de comunidades o provincias limítrofes. Curiosos hay también que recalan en la ciudad llegados de EE UU o Canadá.

¿Qué ven las personas que acuden a las visitas guiadas? El tour parte de A Laxe, donde, a través del Puerto y la estatua conmemorativa, los guías tienen ocasión de recordar el éxodo migratorio gallego a Sudamérica de finales del siglo XIX y principios del XX. Antes de abandonar los muelles, la visión de los viejos silos situados al lado del edificio de sesiones de la Autoridad Portuaria permite a los cicerones relatar la historia del Cable Inglés y el Cable Alemán y su papel durante la I y II Guerra Mundial. Las crónicas de la industria conservera y el naval también afloran en ese mismo lugar.

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El tour continúa por la pasarela que conecta el Centro Comercial A Laxe con el barrio histórico hasta el Mercado da Pedra. Antes, los curiosos pueden apreciar los grabados con los nombres de ciudades americanas y su fecha de constitución en las fachadas laterales del edificio de la Cruz Roja. Ya en A Pedra, el visitante descubre, por ejemplo, que las ostras -que tradicionalmente se consumían en escabeche- empezaron a degustarse en Vigo crudas, con apenas unas gotas de limón, tras introducir la costumbre los marineros franceses que llegaban por el puerto.

Cárcere Vella y Cesteiros

Continúa el recorrido por la calle Cárcere Vella, donde se aprecia la calzada romana que data entre los siglos III y IV d. C. y la antigua cárcel, de la que echaba mano la villa antes de que entrase en funcionamiento la que albergó el edificio del actual Museo MARCO, situado en Príncipe. Al salir al barrio Oliva el visitante puede asomarse a la notable riqueza natural y paisajística de las Islas Atlánticas desde el centro de interpretación que acoge el emblemático Cambón.

De la naturaleza a la artesanía y la tradición. El tour prosigue por la Concatedral, donde el guía aprovecha para explicar la historia del Cristo de la Victoria y la Reconquista; y continúa por Cesteiros, con sus tiendas y talleres de elaboración de cestos. Ya en Praza da Constitución se señalan al turista los soportales, los secretos que guardan las esquinas -como el reloj de sol o la cara que asoman en dos fachadas-. De allí el curioso llega al Sireno de Leiro, flanqueado por dos edificios emblemáticos: O Moderno, de Pacewicz; y el Simeón, de Gómez Román.

En la fachada de la cercana construcción de Madariaga, a escasos metros del Sireno, se aprecian aún varios desconchones de balazos disparados por militares durante la sublevación del 36. Muy cerca luce el teatro García Barbón, de Palacios, construido tras calcinarse el Rosalía de Castro en 1910. Tras acceder al hall si el edificio está abierto, la marcha avanza por Reconquista hasta la Alameda. Allí los guías recuerdan la riqueza floral de Vigo y dan paso a las terrazas y jardines de Montero Ríos. El tour concluye poco después junto a la estatua de Julio Verne, frente al Náutico, gancho para rememorar la batalla de Rande, de 1702, y las historias que sobre ella circulan.