Recorrido por reyes y reinas, el Camino de Santiago portugués es un auténtico periplo por la historia de la Península Ibérica que, aunque popular, aún está lejos de la afluencia del camino francés o las peregrinaciones a Fátima.

Partiendo de distintas ciudades lusas, el camino portugués a Santiago de Compostela, en Galicia, ofrece una oportunidad de viajar en el tiempo para conocer mejor la historia, tanto de Portugal como de España.

Su rico patrimonio, especialmente en algunos tramos, le convierte en "una gran alternativa del camino francés", reconoció Domingos Carneiro, presidente de la Asociación Espacio Jacobeo (AEJ).

Carneiro destacó la riqueza patrimonial de algunos de sus trayectos, como el llamado camino de Torres, un recorrido "muy comparable al francés", que pasa por tres ciudades Patrimonio de la Humanidad (Coimbra, Salamanca y Compostela).

Mucho del patrimonio arquitectónico presente a lo largo del camino luso se remonta a las invasiones romanas, como varias de las fortalezas o puentes.

Pero también están presentes las invasiones francesas. Al pasar por Serra da Labruja, en el municipio de Ponte de Lima, al norte de Portugal, es posible observar el lugar donde, en 1809, la población portuguesa preparó una emboscada a las tropas de Napoleón Bonaparte.

Debido a su longevidad, el camino luso ya fue recorrido por diversas personalidades, tanto de la historia lusa como de la española, principalmente de las monarquías de ambos países.

El rey luso Afonso II lo hizo en 1220; el rey español Sancho II, en 1244; la reina Isabel de Portugal, en dos ocasiones, 1326 y 1335; y el rey portugués D. Manuel I, en 1502, son algunos de los más ilustres que lo recorrieron.

Sin embargo, no hay duda de que la figura más destacada que partió de suelo luso rumbo a Galicia fue el propio apóstol Santiago Mayor, cuyos restos mortales, de acuerdo con la leyenda, fueron transportados para el ahora santuario vía el camino portugués.

Es un dato histórico que destaca el portugués David Samuel Santos, autor del portal de viajes "Dobrar Fronteiras", quien recorrió el camino Oporto-Santiago en 2009.

"La experiencia de seguir las pisadas de los miles de personas que hace siglos lo recorren" es una de las señas de identidad del camino portugués, relató a EFE el viajante portugués.

Santos decidió hacer el camino por el "intercambio de experiencias con otros peregrinos", los "momentos de introspección que solo posibilita el caminar" y el "contacto con las poblaciones rurales del norte de Portugal y de Galicia".

Buscaba además hacer realidad "una experiencia de peregrinación" aunque, a semejanza de otros recorridos de este tipo, el camino luso, con su riqueza patrimonial y naturaleza, atrae también a muchas personas por razones que escapan a la religión.

Es el caso de João Ferreira, quien explicó a EFE que lo hizo "por una cuestión de actividad física" y no por creencia, y describió la experiencia como una mezcla de "ejercicio físico" y "unos días de descanso".

De su travesía, Ferreira destaca la "estructura montada" del trayecto, con hoteles, albergues y restaurantes, e incluso con "tramos bien señalizados".

Ferreira se cuestiona por qué no se hace lo mismo con la peregrinación a Fátima en Portugal, donde los peregrinos puedan caminar "fuera del tramo de carretera".

La señalización y manutención del recorrido luso la hacen asociaciones y voluntarios, algo que lamenta Domingos Carneiro, de la AEJ, quien considera que Portugal necesita una "entidad" que se encargue de ello.

Carneiro aboga también por "aprovechar las sinergias" entre el camino portugués a Santiago y la peregrinación a Fátima.

De esa manera, opina, el santuario luso por excelencia se convertiría en otro de los muchos atractivos históricos y culturales para los miles de seguidores del camino portugués rumbo a Santiago de Compostela.