Entre sa Punta Grossa y sa Punta des Jonc, al Noreste de sa Cala, se abre un ancho golfo que recibe el nombre de es Clot des Llamp. Dibuja una curva en cuya mitad destaca, introduciéndose en el mar como una lanza, sa Punta des Forn. Y en ella existe una curiosa cueva inclinada cuyas paredes parecen formadas por láminas de roca y cuyo suelo recuerda a la configuración de curvas que deja la lava al solidificarse. En los huecos de esas curvas se forman charcos de agua de mar, cocons, donde la evaporación crea láminas de cristal de sal, como pequeñas pistas de hielo, que años atrás eran recogidas por muchos ibicencos.

Las formas que adoptan las piedras en esta cueva y en toda esta zona cuentan una historia. Una historia geológica. Cuentan cómo se modeló la isla de Eivissa en el periodo Jurásico. «Son materiales del Kimmeridgiense» (uno de los últimos escalones del Jurásico), explica el geólogo Luis Alberto Tostón, muy similares a los que pueden encontrarse también en la mola de sa Caleta, aunque más espectaculares. «Son las mismas ritmitas de calizas y margas tableadas, pero aquí se ven en todo su esplendor», señala el geólogo, que destaca la claridad con la que se revelan las formaciones tableadas y la alternancia de los materiales (lo que se conoce como ritmitas). Son formaciones «fracturadas, plegadas y tan verticales que hablan a las claras de esa deformación que ha sufrido la isla para llegar a ser lo que es», indica el experto.

Sa cova de sa Punta des Forn es un hueco inclinado, frío y húmedo desde cuyo interior se observan los restos del faro de sa Punta Grossa sobre el acantilado y los escollos de sa Farola. Desde su entrada, muy cerca de la orilla rocosa, puede contemplarse la zona de sa Penya Blanca y ses Deixes, donde también se perciben similares materiales a capas, recuerdos del Jurásico. Y aunque todos estos lugares, en la misma bahía, son conocidos como es Clot des Llamp, este topónimo se aplica más concretamente al recodo que se encuentra detrás de la cueva, al Noroeste de sa Punta des Forn, sobre la que se asienta la piscina de la urbanización d'Allà Dins, cuya pared de protección hay que saltar para poder descender hasta el mar.

Misterioso nombre

Teniendo en cuenta que no se conoce de la existencia de ningún horno en los alrededores, ni ahora ni antiguamente, el nombre, tanto de la punta como de la cueva, resulta ser un misterio. Una circunstancia que permite al experto en toponimia Enric Ribas especular sobre sus orígenes. Existen, explica en el libro ´La toponímia de la costa de Sant Joan de Labritja´, varios lugares que tienen la palabra forn incluida en su nombre y, aunque no tienen hornos, sí tienen en común la presencia de cuevas o cavidades.

A partir de ahí retrocede hacia la antigua palabra 'forna', que, con el significado de cueva pequeña o agujero en la roca, puede encontrarse en diversos topónimos de comarcas catalanas y de algunas zonas de habla castellana, gallega o portuguesa. Y todos son topónimos procedentes del latín furnus y de derivados de la misma palabra como fornix, que también significa túnel o roca horadada. De esta forma, considera que los topónimos ibicencos que usan la palabra horno sin que haya alguno en los alrededores podrían ser de origen precatalán y hacer, así, referencia a las cuevas. La cova de sa Punta des Forn podría traducirse entonces por la cueva de la Punta de la Cueva.