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Felizidad

La poeta gallega Olga Novo refleja en “Felizidad”, Premio Nacional de Poesía 2020, la singular coexistencia de lo particular y lo común

Olga Novo. |

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La profesora nos mandó hacer un herbario. A una edad en que hay cantidad de palabras con el brillo de la novedad, le pedimos varias veces que nos explicara bien en qué consistía eso de “hacer un herbario”. Sin perder nunca la paciencia, reiteró sus explicaciones hasta que, en apariencia, la cosa quedó clara.

Era un sábado lluvioso. Acompañado por mi abuelo, salimos a recoger hojas y hierbas con el fin de satisfacer la tarea que se me había encomendado. A mí, todo hay que decirlo, no me acababa de convencer mucho la idea de arrancar hojas y pegarlas en cartulinas. Lo que sí me atraía era buscar y escribir los nombres científicos de cada planta. El latín sonaba muy misterioso en los oídos de un crío.

Después de trasegar y husmear desde bien temprano, las hojas de helecho ganaban por mayoría. No iba a ser precisamente un herbario que mostrase mucha diversidad. Mi abuelo lo justificaba diciendo que los helechos son los gorriones de las plantas. Yo, claro está, no entendí absolutamente nada. Fue con el paso del tiempo cuando descubrí qué quería decir mi abuelo: el gorrión, el helecho, son seres vivos discretos, humildes pero resistentes. Con facilidad para adaptarse. Que se conforman con poco. Quizás mi abuelo quería enseñarme una lección por anticipado, el caso es que esta anécdota del pasado me sirvió para comprender y celebrar que la última sección de “Felizidad”, el libro de la poeta gallega Olga Novo, titulada “Armonía fractal”, incluya nada más que este humilde y resistente verso: “Feliz como un helecho”. Me pareció lo más normal del mundo que un libro como “Felizidad” (“Feliz Idade”, en el gallego original) concluyera aludiendo a los helechos. Los poemas del laureado libro de Olga Novo (Premio Nacional de Poesía 2020) perpetúan y amplían ese vínculo que tiene el lenguaje de la gallega con la naturaleza, la entraña del campo que ella habita. En la vida no hay compartimentos estancos, de la misma forma que los helechos crecen donde pueden. “Felizidad” es un libro de duelo y de celebración. De un duelo paradójicamente celebratorio, de una celebración conscientemente responsable.

La poesía es un género que medra en la encrucijada vital del poeta. En la vida de Novo se cruza la alegría por el nacimiento de su hija con el dolor por la enfermedad y el posterior fallecimiento de su padre. El libro resultante es coherente con su obra previa, pero la polifonía de temas, referencias, voces es, creo yo, más intensa en esta ocasión.

Lo comunal y lo privado se juntan y se van desgranando en sucesivos poemas (“Zona tigre”, ”Tamtam republicano”) y de un libro como ”Felizidad” se espera un lugar donde Borges, los tigres y un tractor comprado con los esforzados ahorros de un labriego convivan. La perseverancia de la poesía es la perseverancia de la anomalía.

“Pero nunca puede una imaginar / que la sangre de su padre vaya a retrotraerse / precisa como un polen / hasta convertirlo en el niño que fue y que nunca se fue de él / guardado en el fondo de un arcón de cromosomas entre granos de centeno y de pobreza. / Eso no”. La asiduidad con que la autora de Vilarmao recurre a imágenes de la naturaleza responde a su propia identidad, nada que ver con la tendencia actual de recurrir al campo o a esa España vacía, vaciada o deshuesada.

Sobre los hombros o los restos de estos lugares se está edificando una literatura más de turista bien intencionado que otra cosa. Para comprobar hasta qué punto la procedencia de un autor puede asumirse casi como una poética y no como la construcción de una identidad beligerante es preciso leer la poesía de Olga Novo.

¿Nombre científico del helecho? Polypodiophyta.

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