Las renuncias de las mujeres, esas que nunca se han preguntado ¿y tú qué quieres? y los secretos que las rodean; esas historias que “ocultamos” y esconden el silencio de la libertad, en muchas ocasiones por no hacer daño a otras personas o bien porque ni siquiera sabíamos que podíamos tener querencias propias, centraron anoche la charla coloquio de la escritora, periodista y consultora y trainer de creatividad Elba Pedrosa en el Club Faro. Aunque tinerfeña de nacimiento, la escritora es viguesa de adopción, pues reside en la ciudad desde los 13 años, y fue presentada por Ana Kowalski, abogada para la atención a las mujeres del Concello de Vigo y el periodista Rafa Valero, compañeros de colegio en su día y amigos desde hace más de treinta años. Juntos se adentraron en la primera novela de la escritora, “Lo que no sabías”, con un público entregado –aunque con aforo reducido por el protocolo contra el Covid-19– en el que no faltaron amigos y familiares.

Es una novela de búsqueda, costumbrista y de renuncias de las mujeres de la época, pues la historia transcurre a mediados del siglo pasado en una población rural, en una época de enormes contrastes en las villas gallegas entre la vida de los lugareños y los llamados “indianos”, que volvían de América con grandes fortunas. Pero también, es una novela de resistencia, por Marisa, una de las voces de la historia y porque la novela llegó a las librerías el pasado 12 de marzo, dos días antes del confinamiento por coronavirus, lo que impidió que su autora pudiera presentarla en las librerías, aunque sí lo hizo por Internet.

“Yo soy una persona de búsqueda, creo que todos buscamos algo y unos tardamos más que otros en encontrarlo. Hay dos voces, Marisa y su hijo adolescente. Roberto. Ambos buscan la verdad y a medida que la encuentran, los personajes se van transformando. Es también una novel de crítica y de libertad, y al final de la novela ambos lo consiguen”, explica Elba Pedrosa.

Pese a que la historia transcurre a mediados del siglo pasado, las situaciones son contemporáneas: “La renuncia y la falta de igualdad de las mujeres está ahí. La sociedad sigue llena de prejuicios hacia un pasado que nos suele condicionar mucho, como el bulling hacia el niño. Había que ocultar prejuicios, como quedarse embarazada sin estar casadas. Son condiciones que nos lastran. Creemos que ser educadas es ser sumisas y no tiene nada que ver. Muchas mujeres han renunciado a muchas cosas, hasta despertar tras una crisis transformadora que nos permite afrontar la vida de otra manera. Hay que ser valientes, de ahí también que mi novela tenga un punto de provocación”.

Pedrosa apunta que hace cuatro año hizo de mujer maltratada en un corto sobre violencia de género,. “Aquello cambió de forma muy importante mi visión. Por eso tengo un compromiso literario con la defensa de las mujeres. Doy voz a cómo pensamos las mujeres, también los hombres, pero después de tantos años de desigualdad nosotras tenemos que subir más la voz para igualarlos”.

La historia transcurre por lugares que la escritora conoce bien, Baiona, Nigrán, Gondomar... El mar también es importante, igual que ese padre ausente embarcado. “El mar es el mejor lugar que tenemos para buscar verdades y reflexionar. Es una cosa de generaciones. Cuántos gallegos habrán encontrado su verdad embarcados, ausentes de sus familias y sus mujeres esperando en tierra. También a ellas el mar les permitía reflexionar.

Su obra, reconoce, también tiene un halo de misterio, de silencios buscados para atrapar al lector. Marisa, a través de sus cartas se pregunta y se contesta a lo largo de la novela, se encuentra a sí misma. “Todavía hoy, muchas mujeres no saben que pueden preguntarse qué quieren ellas, una pregunta a la que cada una debe dar respuesta”.

“Primero habló el niño, pero Marisa me pidió paso, quería más voz y en gallego”

Elba Pedrosa explicó a los asistentes a la charla coloquio del MARCO el proceso de maduración de su primera novela: “Estaba con otro trabajo, pero lo dejé porque de repente éste explotó, tenía que reflejarlo por escrito. Primero me habló el niño, Roberto, pero su madre, Marisa, me pidió paso. Me dijo: Quiero tener más fuerza y falar galego. Dame miña voz. Era su historia, así que puedo decir que gracias a Marisa hablo gallego, yo estaba en su vida”. La escritora decidió entonces escribir a la vez su novela a la vez en los dos idiomas. “Soy cotilla, curiosa, me interesa tratar las identidades de las personas, por eso las cartas me permiten entrar en al intimidad de Marisa. Nos susurra sus secretos y Roberto, que es un adolescente, no entiende nada hasta que consigue encontrar su verdad. Yo sentí en ese momento también una liberación. Marisa oculta cosas de su pasado, pero cuando no llega el tren descubre su autoengaño y el engaño a su familia, para no hacerles daño. Después fue una mujer libre”, concluye.

Los indianos, recuerdos de visitas familiares su niñez

“No es una autobiografía y me documenté mucho. Cuando escribes estás tan cerca de los personajes que hago cosas que Marisa haría. Aunque yo no era consciente, cuando me puse a escribir me acordé de las hermanas de mi abuela que venían de Argentina. Aquellas gafas de sol, aquellos peinados, yo creía que no prestaba atención, pero vaya si lo hice”, explica. Pedrosa incluye la figura del indiano: “Aquellas casas con su palmera, lo que pasaba cuando llegaban a Galicia, cómo les miraban como a ricos, aunque ellos no contaban sus penurias por no preocupar a sus familias, y en ocasiones por ser un poco fanfarrones.