El exilio obligado para muchos intelectuales y artistas gallegos debido al franquismo tuvo una gran factura para estos creadores pero también para la sociedad. Un ejemplo lo encontramos con el coruñés Eugenio Granell, quien “tenía obra en el MOMA pero en España no se le conocía”, según destacó ayer en Club FARO la historiadora y profesora Violeta González. Esta experta en la obra y vida del pintor surrealista señaló que “América y el Caribe son claves en la obra de Granell”.

Presentada por el periodista y escritor Paco López-Barxas, Violeta González dio a conocer su libro “Eugenio Granell. Regreso de un surrealista exiliado” (Editorial Alvarellos). También explicó que “dos exposiciones antológicas en 1989 y 1990 en la Fundación Mapfre y la Comunidad de Madrid marcan su entrada en el circuito institucional” del país. Ambas muestras son posteriores a una realizada en el Quiosco Alfonso de su ciudad natal.

Sin embargo, en Galicia, comienza su reconocimiento en los 90 impulsado por el Consorcio de Santiago. En aquella época, se inaugura una escultura suya en los jardines que rodean al Auditorio de Galicia en Compostela con la presencia del entonces presidente del Gobierno, Felipe González, y varios ministros como Borrell o Solana.

Además, Violeta González rememoró el hito de un sello dedicado a su obra y la condecoración estatal. En 1995, “un gran reconocimiento le llegó con la Medalla de Oro de Bellas Artes”.

La guinda llega con la creación de la Fundación Granell en Compostela. En un principio, el arquitecto Álvaro Siza había diseñado un edificio adjunto al CGAC en Bonaval para albergar su obra y legado. La historiadora González Forte señaló que esa obra no se llegó a ejecutar por lo que Pazo de Bendaña se quedó como sede definitiva, en el corazón del casco histórico, junto a la plaza de O Toural.

Tanto Violeta González como Paco López-Barxas realizaron en la charla una recorrido por la vida y obra de Granell. El artista nace en A Coruña en 1912 y fallece en 2001. Su producción artística y literaria se inicia en los primeros años de su exilio americano. No obstante, su bagaje creador comienza a acumularlo en los años 20 y 30 del pasado siglo en España.

A pesar de nacer en la ciudad herculina, urbe de origen de su madre y donde disfrutaba los veranos, Granell pasa su infancia y adolescencia en Compostela. En la capital gallega, su progenitor regenta varias tiendas.

A medida que va creciendo, va entrando en contacto con intelectuales como Manoel Antonio, Carlos Maside, Luís Seoane o Domingo García Sabell.

Aunque atraído en un primer momento por la música, en 1928 se instala en Madrid para continuar sus estudios en esta materia como violinista.

En la capital española, entabla relación con otros intelectuales gallegos como Rafael y Eduardo Dieste, Urbano Lugrís, Souto, Cándido Fernández Mazas u Otero Espasandín.

Es en estos círculos, donde entra en contacto con las corrientes artísticas y literarias más modernas de la época pero también con el marxismo revolucionario, primero con la Izquierda Comunista Española; después, con el POUM.

Al estallar la Guerra Civil, combate contra la armada de Franco en el frente de batalla pero también es objeto de una paliza en 1937 en los enfrentamientos entre los sectores republicanos en la ciudad madrileña.

El fin de la contienda se salda para él con el exilio y su paso por campos de refugiados en Francia –donde fecha sus primeros dibujos conservados– hasta que en 1940 emigra coincidiendo con Amparo Segarra hacia América. La joven se convertiría en su compañera de vida.

Su primer destino es República Dominicana donde trabaja como crítico cultural y profesor de violín. Es allí donde conoce a André Breton en 1941 que le servirá para impulsar su voluntad creativa abrazando el ideario surrealista.

En su segundo encuentro con Breton, este visita su estudio y le anima a seguir pintando. Ante la represión en la República Dominicana, Granell y su mujer se trasladan a Guatemala, para pasar después a Puerto Rico y Nueva York y regresar a España en los años 70.

Una experta en la obra y vida del pintor surrealista gallego por antonomasia

Violeta González es una coruñesa nacida en el año de Naranjito y la llegada del PSOE al poder, 1982. Esta doctora en Historia del Arte por la Universidade de Santiago (USC) se ha especializado en la obra y vida del pintor surrealista gallego Eugenio Granell e imparte clases en un instituto de Salceda de Caselas. Su pasión por ahondar en el universo del artista la llevó a realizar su tesis sobre él, dirigida por Antonio Garrido, doctor en Historia del Arte y profesor en la Facultad de Historia de la USC. Incluso puso rumbo a Puerto Rico para realizar una estancia de investigación y conocer más sobre el paso de Granell por la isla. El resultado de años de investigación se ha vertido en el libro “Eugenio Granell. Regreso de un surrealista exiliado”, publicado por la Editorial Alvarellos así como por el Consorcio de Santiago. Precisamente, es la capital gallega la que acoge la Fundación que lleva el nombre del creador, resguardada en el Pazo de Bendaña y que nació en el año 1995 gracias al trabajo y apoyo de diversas personalidades. Fue Isaac Díaz Pardo el primero en reivindicar la figura y obra de Granell para tomar el testigo otras personas como César Antonio Molina. El libro de Violeta González pretende “acabar” con “la laguna” existente entre su biografía y el repertorio bibliográfico.