Asegura que quienes niegan la existencia de la violencia de género lo único que buscan es mantener “el modelo de sometimiento y poder del hombre” sobre la mujer y reconoce que en cualquier sociedad democrática “no puede haber un problema más grave” que este tipo de violencia hacia las mujeres. Miguel Lorente, médico forense, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, asesor en esta materia en comisiones de organismos como la OMS y ONU Mujeres y actual miembro del Vicerrectorado de Igualdad de la Universidad de Granada participa el próximo jueves en las jornadas Artellando Feminismo 2021, que organiza el Concello de Santiago y que pueden seguirse de forma online.

–El machismo en España, ¿goza todavía de buena salud?

–Cada vez contamos con más medios e instrumentos, medicación, a través del feminismo para poder resolver esta patología crónica histórica. Lo que ocurre es que quienes se han estado aprovechando de esta situación social de desigualdad e injusticia están reaccionando e intentan contaminar el ambiente para mantener esa posición de desigualdad, de ventaja, de privilegio de los hombres. Vivimos en un momento muy esperanzador, ilusionante, de conciencia sobre la realidad que hay que transformar, pero también se ha producido una especie de aglutinación de las distintas posiciones críticas con la igualdad que han fraguado en la ultraderecha y se observa la reacción beligerante y agresiva que lanza el machismo ya desde las instituciones, no solo desde la sociedad o ciertos ámbitos.

–¿Hay riesgo de retroceder en algunos avances si ese discurso se impulsa desde un partido que tiene representación?

–Puede haber hechos puntuales que dificulten el avance, pero no creo que se produzca un retroceso a nivel social. Hay un sector de la sociedad que apoya planteamientos como que se derogue la ley integral de violencia de género o que haya un pin parental para que las madres y padres puedan oponerse a determinadas actividades extraescolares. Esa gente existe y tiene esos planteamientos con independencia de que se transformen en políticas o no. Pero el resto de la población cada vez es más consciente de la necesidad de avanzar en igualdad, en consolidar ese avance en normas y hechos.

–¿Qué hay detrás de negar que exista la violencia de género?

–Quienes la niegan lo hacen no negando el resultado sino el significado porque ellos de lo que están en contra es de que alguien se pare a analizar los elementos sociales y culturales que definen esta violencia, es decir, que uno interprete porqué se produce esta situación. Lo que se busca con la violencia no es golpear a las mujeres sino que es un instrumento para obtener el objetivo principal que es el dominio, el poder y el sometimiento. Esta gente lo que busca con esas negaciones es mantener su modelo, su desigualdad, los privilegios en los hombres y sobre todo mantener lo que es su forma de entender las relaciones que no solo lo aplican a las relaciones entre hombres y mujeres. El machismo es cultura, no es conducta, es una construcción general. Y dentro del machismo está el sexismo en cuanto a todo los que se refiere a esa construcción de los hombres respecto a las mujeres pero también el resto de elementos para usar la cultura, la política, las relaciones internacionales, la economía y mantener su poder, su jerarquización basada en esta manera de entender la vida. El machista no quiere se analice esto, no quiere se que hable de violencia de género porque eso significa hablar de la construcción de género que lleva a esta violencia.

–¿Se le da la importancia que tiene a la violencia de género?

–No, no se le da la importancia que tiene. No creo que haya un problema más importante y grave en una sociedad democrática que usar la propia construcción social para someter a la mitad de la población y hacerlo a base de violencia y asesinatos. No estamos hablando solo de violencia en la pareja, sino de otras formas de violencia como las agresiones sexuales, el acoso sexual, la mutilación o los matrimonios forzosos.

–¿Ocurre como con la pandemia y la gente ya ha ‘normalizado’ las cifra de asesinatos?

–La gente no tiene conciencia de este problema, como mucho de que asesinan a 60 mujeres de media cada año y tampoco, porque cuando nos vamos al CIS y se le pregunta a los españoles por los problemas graves, el porcentaje de quien cree que es la violencia de género está alrededor del 1%. Se sigue echando en cara en nuestro parlamento, no en cualquier sitio, esa proximidad con los herederos de ETA, con Bildu. Pues ETA asesinó en más de 40 años a 855 personas y la violencia de género a 1.081 mujeres en trece años.

–¿Sería distinto si cada año asesinasen a 60 personas de otros colectivos?

–Obviamente. En España asesinan cada año de media a 300 personas y de ellas, 60 son mujeres en una relación de pareja. No existe ningún grupo homogéneo, caracterizado con elementos comunes en la sociedad que sufra tanta violencia como las mujeres en relación de pareja y llevada a cabo no por terroristas, delincuentes o narcotraficantes sino por hombres normales. Somos una sociedad capaz de generar 60 asesinos en esas circunstancias, desde la normalidad. La situación no es de conciencia porque si fueran 60 taxistas, futbolistas, periodistas o inmigrantes al año habría una revolución social.

–¿Funciona la ley de violencia de género o hay que mejorarla?

–La ley no falla, puede ser insuficiente pero por aplicación no por la ley. Es como tener una buena vacuna pero no ponerla y claro que puede ser mejorable. La ley ha mejorado toda la respuesta que existía antes, están disminuyendo los homicidios, siguen matándolas y es terrible, pero matan menos. El juego es también quitar credibilidad a la ley como instrumento para defender su argumento de que como la desigualdad no es la causa de la violencia de género, una ley enfocada en la igualdad no va a servir de nada. No es una afirmación gratuita decir que la ley no funciona, lo que están diciendo es como está mal enfocada porque se enfoca sobre una mentira, no funciona.

–¿Qué es lo que falla entonces?

–No es tanto lo que falla sino lo que falta. Hay que poner más medios no orientados solo al abordaje de la violencia cuando se ya de ha producido sino a la prevención y a la detección porque la inmensa mayoría de mujeres viven la violencia sin que lo sepamos porque no denuncian. Falla mucho el machismo existente, el hecho de que se normaliza la violencia y que lleva a las mujeres a decir ‘mi marido me pega lo normal’.

–¿Eso ocurre hoy en día?

–Tú y yo estamos ahora hablando de estos temas porque esta frase me la dijo una mujer en 1981 y me impactó, pero se repite ahora en pleno siglo XXI. Un 44% de las mujeres que no denuncian, según la última macroencuesta de violencia de género, dicen que no lo hacen porque la violencia que sufren no es lo suficientemente grave. Hoy siguen entendiendo que la violencia que genera el marido no es algo que debe cuestionarse como violencia sino como cantidad de violencia. Cuando sea ‘suficientemente grave’, ‘cuando no sea lo normal’, a mi me decían ‘me pega la normal, pero hoy se ha pasado’... Esto está presente, por ejemplo, el hecho de que te controle tu novio la ropa, cómo vistes, y que se siga viendo como expresión de amor.

–¿Cree que se educa distinto a niños y niñas?

–A nivel de formación reglada, no, pero que hay que cuestionar mucho todos los elementos que se refuerzan en lo que es más impactante para los niños como son los juegos, Instagram, Tik Tok, las películas, la publicidad..., todo eso tiene que tener una visión crítica. No que

–¿Cómo influyen las letras de reguetón o ciertos programas ?

–Lo ideal sería que nadie tuviese la necesidad de hacer una canción así, pero una vez que existe lo que podemos es ir generando elementos críticos para cuestionarlos. Si tu vas haciendo que la conciencia crítica sea mayor, al final la gente dejará de expresarse así porque lo hará para menos gente. La clave es que es más eficaz educar para que alguien pueda saber que algo es violento, sexista o discriminatorio que no negarlo porque eso no te hace cambiar la referencia mental que tienes y la vas a reproducir aunque sea de forma más subliminal o en un contexto más personal.

–Algunos estudios apuntan a un retroceso en las nuevas generaciones con comportamientos más machistas, ¿está de acuerdo?

–Hace tiempo que hablo de la transformación asimétrica de la sociedad porque en temas de igualdad cambiamos de manera clara y decidida, pero esa transformación social están liderada por las mujeres, los hombres no están en ese proceso. Esa reacción asimétrica en parte se percibe y la ultraderecha se encarga de mostrarlo como un ataque a los hombres, a la familia, al orden dado, a lo que es la tradición. Esto provoca una especie de reacción del tipo de ‘yo me siento atacado y reacciono ante lo que me ataca’. El tema de los hombres jóvenes es más delicado. Nos enseñan a ser hombres sobre todo no siendo mujer. Si no está claro lo que es ser hombre, lo importante es que no te vinculen con lo femenino (sentimientos, muñecas, llorar, llevar ropa rosa, etc...), una serie de cosas que te reconocen como hombre porque ser hombre no es tener el cromosoma Y sino ser reconocido como hombre por otros. Cuando a ti te dicen que ser hombre es no ser mujer y te das cuenta de que las mujeres hoy han cambiado entonces dices ‘¿yo que soy?’ Están perdidos.