Catorce meses después de que se impusiera en España la obligatoriedad de la mascarilla en todos los espacios públicos, el cubrebocas dejará de ser obligatorio a partir del próximo sábado, siempre que se guarde la distancia interpersonal mínima de un metro y medio. Tras varias semanas en las que las comunidades presionaban para dar este paso, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, decidió dar él mismo la buena nueva, durante su participación en la clausura de la XXXVI reunión del Cercle d’Economia. 

Como en otras ocasiones, Sánchez ha querido ser él quien dé la buena noticia. Los grandes hitos en la lucha contra la pandemia los ha anunciado él: desde el fin del confinamiento estricto a finales de abril del pasado año hasta los principales avances en la campaña de vacunación.

El anuncio disgustó a parte de las comunidades, las gobernadas por el PP, por ‘apropiarse’ el presidente de una propuesta de las autonomías. “¡Vaya ejemplo de gobernanza!”, denunciaron desde la Junta de Andalucía. Y desde Galicia, el presidente Alberto Núñez Feijóo exigió saber más detalles del protocolo. ¿Será obligatoria la mascarilla en el transporte público, en grandes aglomeraciones, en calles concurridas, en conciertos, en los patios de los colegios...? Por ello, advirtió de que el comité clínico que asesora a la Xunta revisará el protocolo del Ministerio “y lo ampliará, modificará o cumplirá taxativamente en función del rigor sanitario que tenga”.  

Feijóo lleva semanas defendiendo que no haya que llevar mascarilla en el rural gallego o cuando se pasee por el monte, pero también ha apostado por excepciones, por ejemplo, en calles muy concurridas. 

El fin de la flexibilización de la mascarilla pasa por la derogación del artículo 6 de la ley 2/2021, del pasado 29 de marzo, que prescribe la obligatoriedad de la prenda tanto en interiores como en exteriores, sea cual sea la distancia, hasta que finalice la emergencia sanitaria derivada de la pandemia. El Ejecutivo ha optado por la vía más rápida: el jueves aprobará un decreto que entrará en vigor el sábado y dejará sin efecto esta norma. En los 30 días siguientes, la nueva ley deberá ser refrendada por el Congreso, algo que el Gobierno, salvo sorpresas, logrará sin problemas, con el apoyo de la mayoría de los grupos parlamentarios. 

“Nuestros rostros recuperarán en los próximos días su aspecto normal. Volveremos con ello a disfrutar de una vida en la calle sin mascarilla (…). Lo vamos a hacer porque estamos cumpliendo todos los hitos que nos hemos marcado frente a la pandemia. Por todo ello, este será el último fin de semana con mascarilla en exteriores”, explicó ayer Sánchez.  

A Feijóo el anuncio del presidente del Gobierno no le gustó, aunque si aplauda el fin de la mascarilla en exteriores. ¿Por qué? Porque entiende que Pedro Sánchez “intenta dar un carácter político” a una “medida sanitaria” cuando Galicia y otras Comunidades Autónomas llevan “tiempo” planteando en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud la necesidad de un protocolo para la retirada de mascarillas en espacios exteriores y en determinadas condiciones. 

“Lamentablemente, ahora comprendemos por qué esto no se quería debatir durante estas semanas: porque se convierte una decisión sanitaria en una decisión política”, afirmó. También añadió que “hay políticos que intentan utilizar políticamente la pandemia, y hay otros políticos que hacen caso a los sanitarios en la gestión de la pandemia”. 

Andalucía mantendrá el cubrebocas en exterior hasta finales de julio  

El consejero de Salud de Andalucía, Jesús Aguirre, ya adelantó que esta comunidad no se relajará el uso de la mascarilla hasta finales de julio o principios de agosto. La comunidad sigue con una incidencia acumulada superior a la media nacional, por encima de los 170 casos por cada 100.000 habitantes. 

El vicepresidente de la Junta, Juan Marín, aseguró ayer que el Gobierno andaluz “va a seguir recomendando el uso de la mascarilla hasta que la situación sanitaria no mejore en términos absolutos”.