Una cesta de la compra ‘ecointeligente’

Planificar la cesta, elegir productos de proximidad y reducir el consumo de plásticos son gestos que contribuyen a salvaguardar la salud del planeta

Hacer la compra influye en la salud del planeta.

Hacer la compra influye en la salud del planeta. / Freepik

Los hogares españoles desperdiciaron 2.895.272 toneladas de alimentos el pasado año, unos 61 kilos por persona. Y no es un problema exclusivo de España: en el mundo 1.050 millones de toneladas de residuos alimentarios (incluidos restos no comestibles) terminan en la basura cada año, el equivalente a unos 1.000 millones de comidas diarias. Mientras, 783 millones de personas pasan hambre en el mundo, según Naciones Unidas.

Asimismo, la producción y el transporte de alimentos generan cerca de un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, principal factor del cambio climático, y unos 140 millones de toneladas de residuos plásticos contaminan los océanos, mares y ríos del mundo, según un estudio científico publicado en 2022 por la OCDE.

Por todo ello, un acto tan cotidiano como hacer la compra también deja su huella en el planeta. Sin embargo, la doctora en Farmacia y nutricionista viguesa Amil López Viéitez asegura que es posible hacer una compra ecosostenible. “Planificar la compra semanal permite poner nuestro granito de arena para repartir mejor los recursos del planeta y preservar el medio ambiente”, defiende.

Una cesta de la compra ‘ecointeligente’

Amil López Viéitez / FdV

“Planificar la compra contribuye a proteger el planeta”

Amil López Viéitez

— Nutricionista

La creadora de la Dieta Coherente ofrece un decálogo acorde a “One Health” (una sola salud), un enfoque integral y unificador cuyo objetivo es equilibrar y optimizar la salud de las personas, los animales y los ecosistemas:

Lista de la compra. Planificar la compra es el primer paso para hacer una compra ecointeligente. “Elaborar una lista de la compra evita comprar alimentos innecesarios que en muchas ocasiones acaban en la basura. Además, ayuda al ahorro”, afirma Viéitez. Su consejo es no adquirir nada fuera de la lista, aunque reconoce que es difícil porque las grandes superficies mueven los alimentos de mayor rotación para que durante el paseo se puedan ver las ofertas y las esquinas de venta cruzada que proponen.

Recorrido estratégico. El orden con que se hace la compra también es importante. La nutricionista propone seguir este orden: primero los alimentos no perecederos, después los frescos y finalmente los congelados, para ahorrar tiempo y evitar que se rompa la cadena de frío y mantener la seguridad y calidad alimentarias.

Fecha de caducidad. La nueva ley del etiquetado obliga a consignar la fecha de consumo preferente o de duración con el mes y el año o sólo el año (“consumir preferente antes de...”), que es la fecha hasta la que el alimento conserva sus propiedades o a partir de la cual puede suponer un riesgo sanitario, respectivamente. Pero el etiquetado también puede contribuir a una compra ecointeligente “Si vas a comprar un alimento perecedero que prevés que vas a consumir antes de la fecha de preferencia o de caducidad, selecciona los de vencimiento más próximo. Así estarás contribuyendo a evitar que se pasen de fecha y el comercio los deseche”, explica.

Etiquetado. Es el principal medio de comunicación entre los productores de alimentos y el consumidor final. ADICAE-Consumidores Críticos, Responsables y Solidarios tiene una guía de envasado y etiquetado y fichas para chequear si los establecimientos realizan un etiquetado correcto de alimentos a granel o envasados a petición del consumidor, alimentos envasados por el establecimiento, alimentos consumidos en establecimientos que sirven comidas o los adquiridos a distancia.

Reducir el uso de plásticos. Llevar bolsas de tela de casa para no comprar las de plástico del súper, evitar adquirir productos que vengan en bandejas de plástico y, ya en casa, usar tarros de cristal para conservar los alimentos son algunos gestos para evitar estos desechos, que ahogan mares y ríos.

Comercio de proximidad. El consumo de productos de producción local, de temporada y ecológicos contribuye a reducir la huella de carbono. “Hay estudios que indican que muchos alimentos importados recorren de media 4.000 km antes de llegar al consumidor final, lo que supone un elevado consumo de combustibles fósiles y genera gases de efecto invernadero”, recuerda Viéitez.

Más vegetales y menos proteína animal . La actividad ganadera mundial es la responsable casi del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, más que lo que genera todo el transporte. “Los estudios muestran que una dieta con mayor aporte de proteína vegetal que de carne es más saludable, tanto para nuestra salud como la del planeta”, afirma. Por ello, invita a sumarse a la iniciativa “Green Mondays”, que propone quitar la carne de los lunes.

Buen almacenaje. Es importante almacenar cada alimento en el lugar adecuado, ordenarlos por fecha de caducidad y en la nevera, colocar en un lugar diferente carnes, pescados y frutas.

Las tres “r” : reducir, reutilizar y reciclar. “Es importante consumir lo justo, reutilizar lo posible y reciclar todo lo que podamos”, dice.

Separar los residuos. Es fundamental separar correctamente los residuos y depositarlos en sus correspondientes contenedores Sólo el reciclaje de vidrio en Galicia en 2023 evitó la emisión de 39.021 toneladas de CO2, una cantidad equivalente a recorrer 211.351 veces la distancia en coche entre Barcelona y Vigo.

Eficiencia energética en la cocina

La eficiencia energética en la cocina también contribuye a reducir la huella de carbono. Cocinar menos veces y preparar una mayor cantidad aprovecha la energía que requiere esta actividad. La nutricionista viguesa aporta, además, dos trucos: cocinar el doble de la cantidad de la receta para tener comida para dos días y aprovechar las sobras, congelándolas o empleándolas para elaborar otras recetas.

La cocina de gas es más eficiente que las eléctricas, y de éstas, la de inducción lo es más que la vitrocerámica. Es importante comprobar su etiquetado energético antes de adquirir una u otra. Un truco para ahorrar energía con cualquiera de ellas es apagarlas antes de finalizar de cocinar para aprovechar el calor residual. Otro truco es utilizar ollas con fondo grueso para que difunda mejor el calor.

La olla exprés, el microondas y la freidora de aire ahorran energía y tiempo. El horno, por el contrario, es uno de los electrodomésticos que más energía demanda por hora, por lo que Amil López Viéitez recomienda usarlo con moderación. En este sentido, cabe destacar que la cocción en microondas, por ejemplo, es entre 10 y 20 veces más rápida y ahorra entre un 60% y un 70% de energía en comparación con el horno convencional.

Por el contrario, el lavavajillas puede consumir menos agua y energía que el lavado a mano si se siguen unas normas básicas, como llenarlo siempre antes de ponerlo y elegir programas de lavado económico.

Para ahorrar energía, hay que adquirir electrodomésticos de etiquetado energético A. Aunque son un poco más caros, a la larga el ahorro que generan compensan su mayor desembolso, según la nutricionista. "Además, se estará haciendo un uso 'ecoeficiente' de los recursos", añade. También es importante supervisar el mantenimiento de estos aparatos para evitar despilfarrar energía.

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