Tanto Jessica Jones como Supergirl fueron las primeras superheroínas que Marvel y DC, respectivamente, eligieron para dar el salto del papel a la pequeña pantalla. Era el comienzo del boom de un género en el que los papeles protagonistas siempre se reservaban a personajes masculinos. Las dos demostraron que sus aventuras podían ser tan trepidantes e interesantes como los de sus contrapartidas masculinas. Ambas debutaban casi a la vez unos años antes de que las dos editoriales apostaran por las adaptaciones de Capitana Marvel y Wonder Woman para los cines. Supergirl persiste en una de las series del llamado arrowverso en el canal Warner pero no es de ella de quien toca hablar hoy. El tema es la temporada final de Jessica Jones. La línea Marvel de Netflix ha muerto, pero Jessica Jones puede llevar con orgullo el honor de haber sido una de sus series más emblemáticas, junto a Daredevil.

Todos sabíamos que la tercera temporada de Jessica Jones, estrenada hace un par de semanas en la plataforma de pago, iba a ser agridulce. Daba igual que estos episodios fueran buenos o malos, la cancelación era el único destino que esperaba a la serie dentro de Netflix. El divorcio con Disney había dejado sentenciada de muerte a este pequeño universo de ficción. La entrega final de Jessica Jones ha sido mejor que la segunda temporada y no desmerece a la primera, aunque el listón de aquella era muy difícil de igualar.

Los guionistas han rescatado como antagonista a un villano casi desconocido para el gran público. Un psicokiller que pensábamos que iba a ser el enemigo destinado a ensombrecer a Killgrave. Al personaje de Gregory Sallinger (interpretado por Jeremy Bobb) en los cómics se le conoce más con el alias de El Exterminador de Tontos. Hasta cinco personas distintas han asumido esa identidad en las viñetas desde los años 70, pero Sallinger fue una de las más conocidas. En el cómic se ha medido con superhéroes de la talla de Spider-Man, el Capitán América y ha sido uno de los miembros del grupo de mercenarios contratado por Deadpool (en España, Masacre) en las últimas aventuras del mercenario bocazas.

Sallinger es un asesino en serie que selecciona a sus víctimas en función de si tienen o no alma poética. Los materialistas y los mediocres son aquellos que tienen mayor posibilidad de ser etiquetados como "tontos" y, por tanto, ser sus víctimas potenciales. Hay quien compara la versión que se da de él en Jessica Jones con la de otro célebre asesino en serie de la pequeña pantalla, Dexter. No en vano, Melissa Rosenberg ha sido guionista de ambas series. Pero yo más que a Dexter, a Sallinger le veo más puntos en común con Trinity, el enemigo definitivo de Dexter que bordara John Lithgow en la cuarta temporada.

La detective de los chupitos, las cazadores de cuero y los vaqueros rotos se enfrenta un nuevo enemigo que logra llevar a todos los personajes al límite, aunque al final él no haya resultado ser el verdadero antagonista. Este villano ha resultado ser una distracción para que otro personaje sacara su lado oscuro en el tramo final de la temporada, aunque se tratara de algo que se veía venir casi desde los primeros capítulos. El espectador acaba asistiendo a una confrontación que había quedado servida en bandeja al final de la segunda temporada. Amiga contra amiga, hermana contra hermana. Perdón que no sea más claro, por el tema de los spoilers, pero diría que a Jessica Jones le toca hacer un Jon Nieve, cuando una de sus más estrechas amigas se marca una Daenerys. La historia contada en la tercera temporada puede darse por cerrada de una manera trágica, porque, si hubiera una cuarta entrega, tendríamos la posibilidad de redención para el personaje que cae en el lado oscuro.

A lo largo de los últimos meses habíamos asistido al desmantelamiento del pequeño universo marvelita dentro de la plataforma de pago. La cancelación de Daredevil ya nos había dolido, la de Luke Cage y de Iron Fist, la verdad un poco menos. Por eso, cuando se finiquitó The Punisher, a nadie le sorprendió. A la tercera temporada de Jessica Jones, una de las series más emblemáticas de este experimento en el que Disney y Netflix se embarcaron hace cinco años, le ha correspondido el honor de dar por finiquitada la línea de Marvel dentro de la plataforma.

Los ejecutivos de Disney han visto negocio y quieren poner en marcha su nuevo servicio de suscripción, por lo que, tras liquidar los acuerdos que tenían con Netflix, se han volcado en la producción de nuevos títulos Marvel para ofrecer a sus futuros abonados. Aunque el acuerdo de divorcio cerraba a la puerta a que Disney usara en su canal a los personajes de Netflix durante unos años, siempre se había albergado la esperanza de que volvieran. Daredevil es la que más posibilidades tenía, pero de Jessica Jones podemos olvidarnos para siempre. Lo que hemos visto en la tercera temporada es el final y ya no habrá nada más. Sobre todo porque la protagonista Kristen Ritter ya ha dicho públicamente que no volverá a interpretar al personaje. Nada de anclarse en viejos éxitos. Se va en busca de nuevos papeles.

Conscientes de que esto era una despedida, los productores se han traído a quien fue el novio de Jessica Jones en la primera temporada, Luke Cage (Mike Colter), para que ambos se puedan despedir en la pantalla como toca. También era inevitable el cameo de David Tenant retomando el papel del Hombre Purpura, que elevó la serie hasta los altares. La temporada final de Jessica Jones deja los suficientes cabos sueltos para que algún día pueda ser retomada por la productora que tenga los derechos. La superheroína simboliza un modo de hacer series de superhéroes para adultos, más próxima al estilo de las primeras producciones de HBO. Entornos más urbanos, tramas más realistas, pocas mallas y disfraces y altas dosis de violencia. Tendremos que ver si los Watchmen retoman este otoño el género superheroico para un público más adulto. De momento Disney está centrada en sus nuevas series para su propia plataforma y es poco probable que alguien se decida a desenterrar de entre los muertos a Jessica Jones. Descanse en paz.