Me deja muy triste, muy catatónico, muy perplejo, muy cabreado, muy decepcionado y muy de todo lo muy que conlleve algo sucio de la condición humana la manera que sin importarle una mierda tiene ‘Sálvame’ de divertir a sus seguidores, entre los que, a mucha honra, no me encuentro ni me encontraré.

Esta historia la conozco por lo que he leído, y por tanto no por lo que he visto. Eso sí, les garantizo que no hace falta contrastarla para saber que es verdad, para no sólo tener visos de ser cierta sino de ni siquiera alcanzar la capacidad de perversión a la que la dirección del programa, la cadena, y la cuadrilla de colaboradores son capaces de llegar algún día.

Están en ello. Ahí no hay límites, ni algo que tenga que ver con la decencia ni con la lealtad ni con el respeto ni con algo que los demás llevamos con orgullo, la dignidad. Sin duda, la audiencia es cómplice de estos caníbales.

Verán. Tiene que ver con la histórica llamada -son únicos elevando a categoría eminente lo que no es más que una payasada- que hizo hace unos días Isabel Pantoja al programa para darle “mucho amor y mucho ánimo” a su lerda hija, la pava Isa Pantoja, que defeca en los váteres de ‘Gran Hermano’.

Se sabe que una de las colaboradoras, Chelo García Cortés, es amiga de la Panto. ¿Qué hizo el maligno, desleal, cacho carne, frío, traidor, poco fiable Kiko Hernández? Llamar a Chelo para sonsacarle algunas migajas con que nutrir la pocilga, pero haciéndole creer que nadie oía la conversación. La cretina Belén Esteban hizo lo mismo. La dirección de ‘Sálvame’ puede inventarse el mundo para mancharlo todo. Pero alguien con vergüenza no traiciona a una amiga ni propaga ese tipo de valores. Gentuza.