Es viernes, y después de Mujeres, hombre y viceversa, después de Me quedo contigo, después de First dates el ligue reconvertido en espectáculo continúa en Cuatro a velocidad de crucero. El amor surge Donde menos te lo esperas. Y allá que nos adentramos en un docu-reality donde una serie de personajes pintorescos se afanan en probar todo tipo de relaciones, cuanto menos convencionales mejor. Recuerdo cómo en la primera historia de la primera entrega pudimos ver a una "concursanta" nudista y vegana que ponía como condición a sus pretendientes que se comprometieran a vivir en las mismas condiciones que ella, desterrando cualquier prenda de vestir.

Por lo que quien sintonizara con el programa pudo ver como Dios trajo al mundo a los amigos y conocidos que entraron en liza. Con el puturrú de fua incluido. A la manera en que se mostraban en todo su esplendor los participantes en Adán y Eva, pero cambiando el decorado idílico de las playas vírgenes por una aldea de interior. Pero la cosa no acaba ahí. A esas horas es cuando Cuatro pone la quinta marcha y se encuentra en su salsa. Como si Mediaset hubiese encontrado por fin la piedra filosofal con la que apuntalar aquella cadena que en otros tiempos lucía el pedigrí del grupo Prisa.

Apenas termina Donde menos te lo esperas, con un resumen de lo que veremos en la entrega siguiente, entra la cortinilla de un patrocinador del programa, una casa de apuestas tenía que ser, que da paso a Mónica y el sexo. Un espacio donde la Naranjo, presentada así, como se presenta a las grandes, se muestra sin tapujos.

Completa la noche Callejeros: de profesión prostituta y alguna entrega sobre sexo sin límites. ¿Es esto lo más parecido a un lupanar televisivo o es que me he hecho mayor y solo me lo parece a mí?