Otro chupinazo en la retina. El ciclo vital vuelve a echar a andar. Hemos pasado otro 6 de julio, comentaba eufórica Ana Valencia, la presentadora habitual del informativo territorial de TVE en Pamplona, que en los últimos años ha tenido el privilegio de narrar el acontecimiento desde el interior de la Casa Consistorial. Junto a los protagonistas. Los políticos. La prensa. En este caso el disparo no corrió a cargo de concejales, sino de dos discapacitados, chico y chica, para hacer un guiño a la igualdad. Y Ana Valencia confesó, con toda la veteranía que le acompaña, que por un momento los ojos se le bañaron en lágrimas.

Ojalá hubiese muchas Anas Valencia en el resto de delegaciones de TVE. Quienes la vemos todos los días, en su quehacer aparentemente rutinario pero necesario, actuando de fedataria de la información de proximidad para la población navarra al tiempo que sirviendo de altavoz de lo que ocurre en la comunidad foral para el resto del Estado, intuimos rápidamente el grado de implicación, la responsabilidad asumida en el ejercicio profesional y, como consecuencia de ella, el goce que genera en la periodista ejercer de mediadora entre la actualidad y la ciudadanía.

Javier Solano es otro histórico de la casa, que tras unos años de paréntesis en las retransmisiones de los encierros (justo cuando aquel Cuatro de Canal + decidió tirar la casa por la ventana y hacer competencia a TVE) decidió volver a ejercer de narrador, en la buena compañía de Elena S. Sánchez. Viendo el chupinazo reflexiono sobre lo que pudo haber sido en el caso de que TVE hubiese asumido lo que ahora conocemos como televisiones autonómicas. ¡Cuánto dinero nos habríamos ahorrado! Y con profesionales como Ana Valencia y Javier Solano nadie, absolutamente nadie, habría echado de menos la tele autonómica en su tierra.