Terry Donahue y Pat Henschel se conocieron en 1946. Pat tenía sólo 18 años, Terry, 22. Se enamoraron y mantuvieron su relación en secreto más de 65 años debido al peligro que corrían si eran descubiertas. Cuando hicieron pública su relación Pat tenía casi noventa años, Terry ya los rebasaba. El próximo 29 de abril Netflix estrena el documental que cuenta su historia: A secret love en conmemoración del 26 de abril, Día de la visibilidad lésbica.

Mientras Terry y Pat se enamoraban, en Texas, una brillantísima Patricia Highsmith empezaba a hacerse un hueco como escritora. Fue autora de la aclamadísima Extraños en un tren y la saga de Mr. Ripley. El talento de Mr. Ripley (1955) fue la primera novela de la saga de thriller-psicológico que ayudó a encumbrarla. Mientras todo esto pasaba, en 1952 una tal Claire Morgan publicaría El precio de la sal, convirtiéndose en un éxito de ventas y un ejemplo para muchísimas mujeres (y hombres) homosexuales. Quién iba a decir que bajo el pseudónimo de Claire Morgan se escondía la propia Highsmith, que, en silencio, había escrito la primera novela abiertamente lésbica y con final feliz. Hasta 1989 no se atrevió a reconocer su autoría. En 2015 Todd Haynes llevó la historia al cine con Cate Blanchett y Rooney Mara a la cabeza, bajo el título de Carol.

A principios de los 80 también, aquí en España (donde los Sonetos del amor oscuro de Lorca se mostraban como anecdotario a su obra), la aclamada Gloria Fuertes era reconocida por adultos y niños gracias a sus versos infantiles, de rima ágil y vocabulario enrevesado, que tanto nos sirvieron a muchas como primer peldaño hacia un libro. De su poesía adulta poco o casi nada se hablaba hasta hace un lustro, tampoco del amor de su vida, Phyllis Turnbull, hispanista que conoció en Madrid en los años cincuenta y gracias a la cual consiguió una beca para dar clase en Estados Unidos en los sesenta. Tras la muerte de Phyllis, Gloria escribiría: "Todos los míos han muerto hace años / y estoy más sola que yo misma".

La poeta chilena Gabriela Mistral, maestra de Pablo Neruda, legó todos sus poemas y su correspondencia a Doris Dana, que hasta ahora (por su sexo y por la diferencia de edad entre ambas) había sido tratada como su asistente, su pupila y su secretaria.

Cuando hablo de Romanticismo como corriente estética, siempre recurro a estos ejemplos -para separar la dependencia tóxica y el machismo del concepto que se tiene actualmente- del ideal de lealtad romántico que impregnaba también la literatura y el pensamiento de filósofas como Mary Wollstonecraft (autora de Vindicación de los derechos de la mujer) y de su hija Mary Shelley (tiene la criatura del doctor Frankenstein tanto que decir aún). Pensamientos que hablan de los cuidados hacia la otra persona, de admirar su libertad y, por tanto, también su compañía. Recuerdo siempre a estas mujeres valientes que decidieron dejar su granito de arena para que ahora nosotras podamos elegir amar sin hipervigilancias, sin miedo, sin vergüenza y sin culpa.

Que el Día de la visibilización lésbica sirva, entre otras tantas cosas que quedan por hacer, para recordarlas a ellas. Porque retrataron el amor entre mujeres, aun poniéndose en riesgo, para que hoy pudiéramos tener un derecho tan fundamental como es compartir la vida con quien nos hace la vida mejor.