La repercusión que alcanzó la hazaña lograda por el centro escolar de Vilariño de Conso y los padres de alumnos para evitar el posible desmantelamiento del colegio no deja de sorprender a sus protagonistas, que la semana pasada recibieron la visita de un equipo de la televisión árabe Al Jazeera.

Interesada por una iniciativa espontánea que nació para evitar la supresión de un profesor en el centro pero que se ha convertido en una medida efectiva para fijar población en el rural, la cadena con sede en Qatar desplazó a un equipo para informar sobre lo que consideran una "consecuencia inesperada" de la crisis económica en España: la llegada al rural de "urbanitas" en situación de paro que no pueden afrontar los elevados costes de la vivienda y de la vida en la ciudad.

El director del colegio, Carlos Rodríguez, reconoce que la llamada de contacto el pasado lunes supuso un "flash" pero entiende que la experiencia haya trascendido al ámbito internacional porque Vilariño de Conso no solo ha duplicado el número de alumnos matriculados en su colegio, sino que ha ganado 10 familias con hijos asentadas en un municipio de montaña hasta ahora condenado al envejecimiento. Para los que promovieron políticas de activación del rural "que no funcionaron", añade, "este es un ejemplo porque sí funciona".

Las familias que se empadronaron en Vilariño de Conso llegaron atraídas por el anuncio de alquileres a precios asumibles (desde 90 euros) para el modo de vida rural pero prácticamente simbólicos para los que proceden de ciudades como Alicante, Madrid o Barcelona, de donde proceden la mayoría. Algunos han encontrado trabajo o están iniciando proyectos emprendedores en Vilariño, lo que Al Jazeera plantea en un vídeo de dos minutos como una fórmula de "reanimación" para las áreas rurales "amenazadas con la despoblación".

El reportaje se emitió el miércoles en la versión inglesa de la cadena y recoge las impresiones del director del colegio Carlos Rodríguez, así como de las madres Cristina Serrano y Manoli González, que abandonaron sus lugares de origen para instalarse en Vilariño de Conso y "comenzar una nueva vida".

Con su contribución y la de otras ocho familias, la matrícula en el colegio de Vilariño de Conso para este curso pasó de 14 a 31 y se espera que en diciembre se incorpore otro alumno más. El idioma, asegura el director, "no ha sido un problema, sino una ventaja reconocida por los propios padres". El reto educativo, concluye, "se ha convertido el reto para el rural, un colegio vivo es un municipio activo".