Las dos botellas de aire se encontraron el pasado fin de semana. Son de Tomás Gimeno porque tienen número de serie y han encontrado la factura en su casa. También tenía un propulsor habitual de pesca submarina pero no lo utilizó; sí el cinturón de 8 kilos de plomos con el que se lastró. Las botellas son auxiliares de emergencia para el buceo recreativo o en la pesca submarina. Llevan un minirregulador o boquilla para respirar. La teoría de la Guardia Civil es que respirando el aire de esas minibotellas, una mezcla de nitrógeno y oxígeno, Gimeno consiguió evitar la muerte violenta por ahogamiento. Veinte inhalaciones bastarían para entrar en narcosis en minutos. Pérdida de memoria primero y luego de conocimiento. Le llaman muerte dulce. Esta prueba demuestra que lo pensó todo con premeditación y que después de lastrar a sus hijas, cargar el teléfono y despedirse de su novia, su padre y amigos, se suicidó. Ahora falta encontrar el cuerpo y el cinturón de plomos, que deberían estar cerca.