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Gallegos a la vanguardia

“Impresiona la ciencia que se hace en España con pocos recursos”

Sarela García Santamarina, investigadora del Laboratorio Europeo de Biología Molecular en Heidelberg, estudia los efectos negativos de los fármacos en la flora intestinal

Sarela García, en la sede del EMBL en la ciudad alemana de Heidelberg

Trabajaba en el laboratorio del Hospital de Bellvitge, en Barcelona, como Químico Interno Residente, la profesión por la que había elegido carrera en Santiago, cuando la investigación la deslumbró hasta el punto de lanzarse a imprimir un giro a su trayectoria. La Fundación Barrié le “abrió las puertas de este camino” con una beca para estudiar un máster en Biología Molecular de Enfermedades Infecciosas en la London School of Hygiene & Tropical. Y tras una primera estancia postdoctoral en EE UU y, desde 2018, en Alemania, Sarela García (A Fonsagrada, 1978) sueña con regresar en algún momento a España.

“Lo veo complicado pero no hay que perder la esperanza. Ojalá que sea verdad que el país va a invertir ahora más en ciencia. Hay mucho talento pero faltan ayudas y dinero. Impresiona la ciencia y la cantidad de trabajo que se saca adelante en España con pocos recursos. No se pierde ni un solo céntimo. Hay capacidad y los recursos se saben gestionar, así que con un buen presupuesto sería increíble lo que se podría conseguir”, asegura convencida.

"Hay capacidad y los recursos se saben gestionar, así que con un buen presupuesto sería increíble lo que se podría conseguir”

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Sarela se doctoró en Biomedicina en la Pompeu Fabra con una tesis sobre la capacidad de infección del hongo Cryptococcus neoformans, que afecta, sobre todo, a personas inmunodeprimidas causando una elevada mortalidad. Y entre 2013 y 2018 continuó con estos estudios en la Duke University, en Carolina del Norte. “Decidí embarcarme en la aventura de ir a EE UU y la experiencia fue muy positiva. Es una sociedad muy libre en ciertas maneras, mientras que aquí en Europa todo está más regulado”, compara.

Hace tres años se incorporó al Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) en la ciudad alemana de Heidelberg, una de las seis sedes que tiene este centro de investigación intergubernamental que agrupa a más de 80 grupos. Su regreso al viejo continente implicó un cambio de temática y ahora analiza los efectos de los fármacos en la microbiota como investigadora postdoctoral Marie Curie.

Sarela García, en la sede del EMBL en la ciudad alemana  de Heidelberg

Sarela García, en la sede del EMBL en la ciudad alemana de Heidelberg

“Antes, cuando les explicaba a mis padres o a mis tíos lo que estaba investigando, se me quedaban mirando. Pero ahora todo el mundo lo entiende. La gente está familiarizada con la importancia de la salud de la flora intestinal”, reconoce entre risas.

Pero está un poco menos concienciada sobre la influencia de los medicamentos: “Se piensa en los antibióticos, pero no en fármacos que tomamos más a menudo como el ibuprofeno o el paracetamol. Pero cualquiera de ellos utilizado de forma crónica puede influenciar negativamente”.

Nuestro intestino alberga alrededor de un kilo y medio de bacterias y, es tal su diversidad, que superan en carga genética a su hospedador. “Son un órgano más del ser humano y la magnitud de sus funciones resulta enorme. Cuando comemos las estamos alimentando para que ellas nos alimenten a nosotros después. Tenemos que cuidarlas”, destaca.

"Las bacterias son un órgano más del ser humano y la magnitud de sus funciones RESULTA enorme. cuando comemos, las estamos alimentando para que ellas nos alimenten a nosotros después”

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Y con este objetivo, en el laboratorio de Sarela analizan su comportamiento en respuesta a los fármacos más utilizados. Una investigación con más de un millar de medicamentos demostró que su ingesta afectaba a las bacterias de forma individual y el siguiente paso demostró que este impacto no era el mismo cuando estaban juntas.

“Lo habitual es que crezcan en comunidad en el intestino y así son más resistentes. Uno de sus mecanismos de defensa es metabolizar el fármaco y convertirlo en un compuesto diferente que, en la mayoría de casos, no resulta tóxico para ellas. Y al estar juntas se benefician unas de otras de esta capacidad. También hay bacterias capaces de bioacumular el medicamento reduciendo su concentración en la comunidad ”, revela la lucense.

“Pero hay un límite de resiliencia”, añade, “y cuando el contacto con el fármaco se prolonga durante varios días o aumenta su concentración las bacterias comienzan a comportarse en mayor medida como si estuviesen solas y, por tanto, están más indefensas”.

Sarela García, trabajando en el EMBL

Todavía restan muchos descubrimientos que realizar sobre la microbiota y sus implicaciones para la salud humana. Aunque ya se estudiaba desde hace tiempo, el boom se produjo en la última década gracias al avance de las técnicas de secuenciación. “La diversidad genética de las bacterias intestinales es enorme. También entre personas, por eso es tan difícil decir qué es un microbioma sano. No todas se pueden cultivar en el laboratorio pero esto ya no es necesario desde que se empezó a secuenciar el genoma. Abrió el camo muchísimo”, destaca.

Su grupo en el EMBL colabora con farmacéuticas como Novartis y GSK, pero la investigación que desarrolla es fundamentalmente básica. “Las casas no se suelen construir empezando por el tejado, sino por los cimientos, por el sustrato. Los estudios básicos de mucha gente y de distintas temáticas crean un conocimiento que después se puede utilizar de muchísimas maneras”, reivindica Sarela, que recibió el premio al trabajo con mayor impacto social durante la XI Reunión de Jóvenes Investigador@s en el Extranjero organizada por el Instituto de Investigación Biomédica (INIBIC) en colaboración con los Museos Científicos Coruñeses.

La jornada se desarrolló el pasado diciembre de forma virtual por la pandemia, de hecho, la lucense lleva más de un año sin visitar a la familia. Y estos días cumple cuarentena en Heidelberg junto a su pareja porque se contagiaron a pesar de todas las precauciones que tomaban en su día a día. “No paramos de darle vueltas para saber cómo pudo ocurrir. Además aquí las cifras bajaron mucho, lo que lo hace más inexplicable. Por suerte, el único síntoma que tenemos es cansancio”, relata.

Brecha de género

En el EMBL trabajan muchos investigadores españoles como ella que también llevan tiempo sin poder estar con los suyos. “Se intenta contratar a personal de diferentes países de la UE en proporciones más o menos igualadas y también se tiene en cuenta el género. Existe una brecha y hay que tomar medidas”, defiende.

  • "Tenemos muchos estereotipos interiorizados sin darnos cuenta"

    Sarela García

“Es necesario un cambio cultural que empiece desde bebés. No nos damos cuenta, pero tiene que ver con la manera en la que los vestimos, los regalos que hacemos... Tenemos muchos estereotipos interiorizados sin darnos cuenta. En un estudio muy interesante en una guardería se observó que el cuidador cambiaba la manera de jugar con los niños y las niñas aunque él pensaba que no hacía nada diferente”, comenta.

Además de una mayor propensión al síndrome del impostor que sus colegas, las investigadoras se ven muchas veces obligadas a elegir entre familia y carrera: “La transición a dirigir tu propio grupo es muy compleja. Esta profesión está marcada por la movilidad y la incertidumbre y llega un momento en el que, si tienes familia, acabas cansándote y cediendo. Sin el apoyo de la pareja es imposible. Y afortunadamente cada vez hay más referentes para las niñas”.

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