Opinión | Crónica Política

Los compromisos, ¿eh?

Es un marco teórico, pero esperanzador, el compromiso verbal anunciado por los portavoces de la oposición gallega para no imitar la vergüenza política que supone el espectáculo del Congreso de los Diputados. Escándalo tras escándalo, no sólo dañan la imagen del sistema democrático español, sino que envilecen las figuras de sus protagonistas, que no eran ya precisamente ilustres. Pero lo peor de todo ello es que inspira desconfianza en el país.

Resulta anecdótico, desde luego, y sólo por casualidad, que el compromiso relativo de los portavoces para no convertir la Cámara en un patio de Monipodio se haya hecho público en vísperas de lo que los católicos llaman “Día del Amor Fraterno”. Lo que no supone que la batalla dialéctica se vuelva un intercambio de jaculatorias, pero la coincidencia es curiosa. A partir de aquí cabe desear que el compromiso se cumpla, “detalle” que no espera todo el mundo.

Sea como fuere, los grupos parlamentarios han recibido bien la invitación del señor presidente Santalices, un ejemplo de bonhomía y sentido común. Falta por tener en cuenta el esfuerzo de don Miguel para abrir la Cámara a gallegos y gallegas, de forma que la conozcan y la actitud más abierta y menos elitista de sus señorías. Que, contra lo que se creen, están muy lejos de la calle y con frecuencia abordan asuntos de interés general con mucho retraso.

En realidad, cabría plantear a los partidos presentes en el hemiciclo que, al igual que ya se hace en otros países, dispusieran de una especie de oficinas parlamentarias en las cuatro capitales de provincia y ciudades con censo abundante. Sería el mejor sistema para tener informados a los representados por sus representantes de las cuestiones que atañen a la gente del común. Y también a los demás; todo ello favorecería al sistema.

Ya puestos, no estorbaría otra observación. La Cámara será tanto más útil y apreciada si resolviese las cuestiones que importan a la sociedad en un plazo razonable. Pero eso probablemente exige una reforma del reglamento, para lo que no da la impresión de que exista un acuerdo. Harán falta más compromisos, dicho con todo respeto, claro.