Opinión

¡Hagan sus apuestas!

El Instituto Social de la Marina (ISM) publicó en 2023 un díptico, dirigido a los trabajadores del mar, donde explicaba los beneficios del ejercicio físico a bordo. Cualquiera que lo leyera descubriría que hacer deporte en el barco es superfácil. Por ejemplo, recomendaban –y cito–: “Correr ou camiñar por cuberta. Que mellor forma de relaxarse despois dun arduo día laboral que correr e respirar aire de mar”. ¡Vaya! Lo primero que me vino a la cabeza fue uno de esos “pincheiros” que van al Gran Sol, en pleno mes de enero, con la peor climatología del mundo. Esos cascarones, abarrotados de tipos curtidos en mil mareas e imaginé a algunos –tras padecer una noche de faena, al final del “arduo día laboral”– corriendo entre la proa y el puente. La imagen era insólita. O mucho había cambiado el sector o se trataba de una broma del ministerio. Así que llamé a Pacucho que se había jubilado hacía unas semanas y cuando le pregunté por la gimnasia, soltó con mucha sorna: “Sí, home, e ioga tamén facemos, nos camarotes, con música de Enya”.

Sin desmerecer al ISM que se lo curró animando a nuestros lobos de mar a practicar deporte mientras andan embarcados, pensé en algo real que sí podría hacer por nuestros chicos. Algo que les aporte bienestar, más que esos consejos –a día de hoy– imposibles de aplicar. Me refiero a las casas de apuestas que atraen a los marinos (y otras gentes) como la miel a las moscas.

“Arriban a puerto para acabar molidos por el afán recaudatorio del estado de bienestar”

En el barrio donde vivo abrieron hace tiempo uno de estos locales de apuestas deportivas y juegos de azar online. Cada vez que paso por allí encuentro a sus puertas –o veo dentro–, a los curritos indonesios que sufren jodidas mareas en el Atlántico Norte, fumando en cuclillas con la mirada perdida. Siempre me pregunto por qué realizan el peor trabajo del mundo y después terminan varados en esas arenas ruines. Ellos, los desheredados de la reforma laboral, arriban a puerto para acabar molidos por el afán recaudatorio del estado de bienestar. Por que… sino, no me lo explico. Es que cuesta creer que estos garitos tengan otro fin que no sea el de engordar las arcas de la Agencia Tributaria (que sí, somos todos) y el bolsillo de cuatro emprendedores que han encontrado nicho de mercado en la bancarrota ajena.

El juego online se reguló en España en junio del 2012. Lo recaudado, descontando los premios y sin incluir los gastos, ascendió en 2013 a 229 millones de euros. Diez años después fueron 1.237 millones. Casi ná. (Porfa Elma, habla con la vice, con la Montero, y miradme esto. Con cariño, ¿eh?)

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